Voy a quedarme en Valparaíso durante 4 o 5 días y tengo ganas de hacer una escapada de un día a algún pueblo de la costa. En vez de ir al pueblo de Viña del Mar, que suele estar repleto, prefiero alejarme de las rutas típicas y visitar el pequeño puerto de Quintay.
Llego hasta allí por la mañana en autobús. No hace muy buen tiempo. Bajo al puerto para visitar la Ballarena, un museo sobre la ballena que se reconstruyó en el antiguo almacén de despiece de este mamífero marino, uno de los almacenes más importante de la costa del Pacífico. El almacén lleva cerrado desde 1967, cuando se aprobó una moratoria contra la pesca de ballenas. Estoy sola en el museo que, por cierto, es muy interesante.
Después de visitar el museo, me paseo por el minúsculo puerto donde hay cientos de gaviotas. ¡Qué ruido hacen! Es un bonito espectáculo visual y sonoro. Me regalo un buen plato de vieiras (por aquello de cambiar y comer otra cosa que no sean empanadas o papas) antes de seguir rumbo al camino costero, que es muy agradable. No hace muy buen tiempo, por eso no sigo caminando y paro un taxi colectivo que me lleva de vuelta a Valparaío. En cualquier caso, ¡estoy muy contenta con mi excursión a Quintay!
Si visitas Santiago no puedes sino hacer una escapada a Quintay. Puedes llegar a la ciudad atravesando una carretera impregnada del delicioso olor de pinos y eucaliptos, un olor que invadirá tu coche. Después tan solo tienes que continuar hasta que veas los acantilados. El pueblo está en la parte baja de estos.
La verdad es que no sé si tuve suerte o si la situación es siempre la misma, pero creo que fui prácticamente la única turista que visitó el pueblo. Es un lugar súper tranquilo en comparación con toda la agitación de la capital o incluso con la del puerto de Valparaíso. Aquí, los verdaderos protagonistas son los pescadores (no te puedes perder el momento en el que estos vuelven de pescar), los pelícanos y el agitar de las aguas del Pacífico.
Este antiguo puerto ballenero, el más importante de Chile, cesó su actividad en 1967 por un decreto que prohibió la pesca de la ballena. En el lugar en el que se encontraba el ballenero se construyó un museo que cuenta la historia de esta actividad. Todavía se pueden ver algunas de las rampas de las que colgaban a los cetáceos y que se hundieron debido al peso de estos. Algo totalmente impresionante. En cuanto a deporte, Quintay es un sitio excelente para bucear.