Me quedé varios días en este pueblecito de fachadas de multicolores, que, para mí, es el más bonito del «eje cafetero» (la región del café en Colombia). El turismo allí se ha desarrollado considerablemente, pero durante las fiestas hay sobre todo un turismo nacional. Los habitantes, muy acogedores, te harán ver que el pueblo está detenido en el tiempo. Para valorar del todo este lugar es fundamental que te tomes un café en la plaza central de Bolívar mientras observas a la gente pasar.
Si te gusta la artesanía colombiana, te encantará deambular por su multitud de puestos, que venden hamacas, joyas o, por supuesto, café.
Podrás subir a una pequeña colina hasta llegar al mirador de Alto de la Cruz, con vistas a Salento por un lado y a las verdes montañas de El Quindío por el otro.
Salento también es un excelente punto de partida para hacer un montón de rutas sin guía, sobre todo al magnífico Valle del Cocora, al que podrás llegar en todoterreno (los famosos Yipao Willys).
Salento es un rincón del paraíso en Colombia. Aquí hice bonitas excursiones, como el paseo a una plantación de café perdida en medio de la nada o la caminata para ver las palmeras más altas del mundo, en el valle de la Cocora. Pude sumergirme en la cultura colombiana, con noches de salsa frenéticas en la plaza del pueblo y una sesión de tejo (explosiva "petanca" colombiana) bastante memorable. También pude vivir la experiencia de tomar clases de yoga por la mañana con vistas a las montañas. Después, en un pequeño restaurante, disfruté de pancakes y hamburguesas.
En resumen, Salento es uno de mis sitios favoritos para un viaje a Colombia, gracias a sus habitantes encantadores, a la belleza del pueblo y los alrededores, y a un ambiente turístico muy tranquilo. Aconsejo fervientemente quedarse en Salento durante varios días, hasta una semana entera. Merece la pena.