Me resulta imposible acordarme de cómo me enteré de que existían estas joyas de Boyacá. Sin duda fue durante una de las numerosas conversaciones que entablé con los habitantes, cuya hospitalidad es innegable. En pocos días, recorrimos los alrededores sin problema. Hay muchos autobuses y todo está muy cerca. Al final de este viaje, puedo decir sin lugar a dudas que este pequeño rincón del mundo nos ha dejado un recuerdo imborrable.
Villa de Leyva es una ciudad colonial con un encanto indiscutible y puede ser el punto de partida perfecto para descubrir Boyacá. Es una etapa muy importante para los que viajen por Colombia. Si bien lo que seducen son las callejuelas, podrás descubrir auténticas curiosidades naturales paseando por los alrededores (a pie, en autobús o en coche). La primera es una curiosidad animal, o más bien debería decir fósil. El suelo de la región está plagado de ellos. La atracción principal del espectáculo es un ejemplar de reptil marino inmenso y muy bien conservado. En ese mismo paseo, podrás recorrer las hermosas lagunas con tonos azul turquesa.
A tan solo 2 horas de Villa de Leyva se encuentra la ciudad de Sogamoso. Popular y menospreciada por los turistas, es una ciudad propicia para pasear y explorar las riquezas naturales de Boyacá. Desde Sogamoso, podrás acceder fácilmente al pueblo de Monguí en autobús o en coche, que además de su impronta colonial, ofrece una puerta de entrada a un universo extraño (uno de los especímenes de su género más hermosos): el Páramo de Ocetá.
El páramo es un ecosistema presenta en gran parte de Colombia, que puede enorgullecerse de acoger este lugar en sus tierras andinas a altitudes situadas entre selvas y nieves perpetuas. Este espacio natural contiene un a flora particular representada mediante los campos de frailejones, plantas que parecen árboles (ya que pueden alcanzar una altura de 4 metros). Además, hay un extenso manto de flores de vivos colores, musgos y arbustos vellosos que completan el paisaje. A cada paso te encontrarás nuevas especies que te acompañan en tu viaje. Los aficionados a la geología disfrutarán con la topografía y las sorpresas rocosas de los alrededores. La marcha de un día solo se puede hacer con guías locales, con los que podrás ponerte en contacto mediante la oficina de turismo cuando llegues a Monguí.
Antes de retomar el viaje, queríamos visitar una última joya natural de Boyacá, la laguna de Tota. ¿Qué tiene de especial para que hablemos así de él? Antes de nada, se encuentra a más de 3000 metros de altitud, es el segundo lago más grande de Colombia y, como guinda, ofrece la dulce ilusión de ser un mar gracias a su playa de arena blanca. Pero ten cuidado, no te vayas a creer que hace calor. Hay que tener valor para atreverse a bañarse en sus frías aguas, pero eso no asusta a los colombianos. Para calentarte de regreso a Sogamoso, puedes hacer una parada en el pueblo de Iza (el autobús hace allí una parada) y aprovechar las termas y el suculento e insólito mercado de pasteles que se organiza los domingos.
Bueno, ya sabes. Esta región de Colombia es una parada ineludible cuando organices tu próximo itinerario por este sublime país.