Antiguamente uno de los cuatro lagos más grandes del mundo, el mar de Aral se ha reducido a más del 90% de su tamaño original debido a los grandes proyectos rusos de irrigación, que han bombeado casi toda su agua y han dejado un paisaje lunar desolador: dunas con escasa vegetación, restos oxidados de naufragios o de cargueros víctimas de la piratería, entre los cuales pasean los camellos salvajes.
Este paisaje me pareció magnífico en muchos aspectos pero también dramático, ya que nos recuerda el terrible impacto del hombre en el medio ambiente. En cualquier caso, considero indispensable una visita al mar de Aral (aunque "lago de Aral" sería más apropiado...) durante un viaje a Uzbekistán, tanto por los paisajes como para tomar conciencia sobre el impacto del comportamiento humano.