A las ruinas de Choquequirao se puede ir solamente a pie o a caballo. Quiero recomendárselas a todos esos senderistas a los que les gusta salirse de las rutas típicas. Solo se ha excavado una parte de este complejo arqueológico y, de momento, se ha salvado del turismo de masas (al contrario que el archiconocido Machu Picchu). Sigue siendo un lugar agradable que desprende un encanto salvaje.
Más incluso que las ruinas, me encantaron los tres días de marcha por la cordillera de los Andes, rodeados de unos paisajes que dejarían a cualquiera con la boca abierta. Si te asusta no poder aguantar el ritmo, aprovecha la posibilidad de llevar un caballo que te suba por las cuestas más empinadas. Esta ruta es una buena alternativa al concurridísimo Camino del Inca. Es mucho más auténtica, ¡y no hay que reservar un mes antes!
Las ruinas de Choquequirao son absolutamente impactantes, y eso que hasta ahora solo se ha excavado el 30%. Eso significa que todavía encierran muchos secretos. No es solamente por cuestiones de financiación. Es una excavación difícil de poner en práctica, ya que hay que esperarse a la estación seca... Es una historia que no tiene fin. En cierto sentido, me gustaba esa cara «salvaje» del lugar. Te da la sensación de formar parte de un puñado de elegidos.
Y llegar hasta allí no es moco de pavo: no hay carriles para vehículos de cuatro ruedas. Si quieres visitarlo en tu viaje por Perú, te tendrás que armar con tus mejores botas de montaña y una buena dosis de fortaleza mental. Seguramente habrás oído decir que es un camino bastante duro —pero yo soy la prueba viviente de que es factible—, pero súper bonito. He ido además dos veces. Hice una vez el recorrido corto y otra vez el largo. Pues las dos veces me quedé estupefacta con la grandeza de aquel lugar tan aislado y en plena naturaleza. En realidad, la mayoría de las construcciones son terrazas y canales de riego. Y, como te podrás imaginar, la panorámica es flipante.