A mi llegada a Kamanjab, veo una bonitas formaciones rocosas que rodean a esta pequeña ciudad tan tranquila, y también descubro la posibilidad de conocer un poblado himba.
Un guía himba viene mi encuentro para llevarme a unas centenas de metros más allá, a su poblado, donde hay algunas cabañas rodeadas por muchos niños, mujeres y algunas cabras. A lo largo de la visita, descubro el modo de vida de este pueblo nómada que ha sabido mantener sus tradiciones ancestrales. El guía himba me explica los usos y costumbres de este pueblo, especialmente de las mujeres presentes y que me sonríen y me miran con atención. El guía me explica su manera de ponerse el ocre sobre la piel, de lavarse, vivir en comunidad, y me enseña algunas palabras del vocabulario himba para que pueda hablar un poco con esas mujeres y sus hijos ("Okuhepa" - gracias; "moro" – hola…).
Esta visita ha durado una hora y me ha permitido aprender más sobre este pueblo tan emblemático, incluso si la vista no ha sido tan auténtica como me esperaba. Efectivamente, tengo la impresión de que sus hábitos son menos "naturales", seguramente eso esté ligado a las influencias de la civilización occidental y a la costumbre de encontrarse con turistas a diario. Sin embargo, gracias a esta visita tuve la oportunidad de conocer al pueblo himba, hablar y descubrir más sobre ellos.