Yo vine a Nazca cuando realicé una vuelta al mundo que duró 11 meses. Para alimentar mi imaginación tan solo contaba con las fotos de estas líneas misteriosas que son patrimonio de la UNESCO. La verdad es que cuando me bajé del autobús en pleno centro, el golpe fue duro. La ciudad carece de encanto alguno y el desierto que la rodea también es muy feo. Con el ánimo por los suelos, me dirigí al aeródromo, a 4 km de la ciudad, y me pregunté qué era lo que iba a hacer durante 3 días en ese templo horrible del turismo de Perú. Por suerte, conseguí montar en una avioneta a penas una hora más tarde. De todos modos, conviene reservar con varios días de antelación.
30 minutos de vuelo por encima de la araña, el colibrí, el árbol, el cóndor, el perro, el mono... El avión gira a la derecha, luego a la izquierda... Un verdadero desafío para los estómagos de los participantes. Tuve que permanecer sentado en un pasillo durante dos horas para poder recuperarme de lo vivido arriba.
Aunque la presencia de las líneas sigue siendo todavía un misterio, existen varias suposiciones enfrentradas al respecto. Según María Reiche, especialista en las líneas de Nazca, podría tratarse de un calendario astronómico. En cambio, varios arqueólogos afirman que sería más bien una copia de las figuras que forman las estrellas, la cual permitiría estudiar sus movimientos. También podría considerarse una representación de las venas hidráulicas. Y para otros, como Charroux, no es más que algo elaborado a manos de extraterrestres. Lo único que se sabe con certeza es que, a causa de la erosión y el clima, la esperanza de vida de estas no es muy alta. Les recomiendo que vengan a verlas mientras todavía se pueda.
La ciudad de Nazca desde luego no es la más hermosa de Perú, pero aún así me gustó la visita. Por supuesto, el atractivo principal del lugar es descubrir las líneas de Nazca. Perdidas en medio del desierto de Atacama, estos enormes geoglifos que datan de la época de los Paracas y Nazca (de 800 a.C. a 200 d.C.) todavía son visibles hoy día gracias al clima extremadamente seco de la zona: no llueve nunca.
La mejor forma de comprender la magnitud del sitio es sobrevolándolo en avión. La verdad que es un buen gasto, pero dado el misterio que rodea a esta líneas (se han propuesto miles de hipótesis, desde los extraterrestre hasta algo más creíble como un calendario) y la belleza del entorno, la experiencia es increíble. Muy recomendable din duda alguna en todo viaje por Perú.
Desde Nazca también puedes visitar otras áreas arqueológicas, desde tumbas de momias con rastas hasta acueductos en perfecto estado y todavia en funcionamiento. Una mención especial es la caminata nocturna que lleva hasta el Cerro Blanco, o la duna más alta del mundo, que termina tras un impresionante amanecer con un descenso en sandboard. Una nota para los que como yo tengan miedo de las sensaciones un poquito fuertes: la tabla se puede utilizar como trineo también... ¡uf!