Durante el día, Hammamet está lleno de turistas. Hay hoteles y alojamientos por todas partes. La costa ha perdido su esencia a causa de la construcción desmesurada. Además, es un sitio donde se acosa a las mujeres verbalmente por la calle. Pasear se convierte en un problema y no dan ganas de descubrir mucho más.
Aún así, la Medina y la fortaleza sí merecen la pena. Ambos son interesantes construcciones arquitectónicas, a pesar de las excesivas tiendas de recuerdos. No es la ciudad más bonita que podemos visitar durante una estancia en Túnez pero tiene alguna ventaja, como su oferta de alojamientos a precio razonable en el centro histórico.
Por la noche, Hammamet es un poco más tranquilo, y el ambiente se vuelve más oriental. Hay menos turistas en el centro de la ciudad, lo cual es de agradecer.
No muy lejos, la península del Cabo ofrece un agradable paseo al lado del mar.
A pesar de la belleza de la costa y de las reconocidas riquezas culturales, el hormigonado masivo al borde del mar ha degradado intensivamente los encantos de esta ciudad tunecina. Esta larga playa de varios kilómetros está corroída por una sucesión de imponentes hoteles (algunos de ellos en construcción; otros están en ruinas), así como numerosos vendedores y actividades náuticas. A un extremo, «el nuevo Hammamet» representa la prueba de un nuevo desarrollo, que refuerza la idea de un turismo de masas, ignorando así la autenticidad y la cultura del lugar.
Por el contrario, al otro lado, «el viejo Hammamet» reagrupa una hermosísima medina situada en el centro de antiguas fortificaciones, la plaza del 7 de noviembre, encantadoras casas locales, así como un puerto de pesca. Este sector repleto de historia resulta imprescindible para aquellos que buscan algo que no sean cócteles y flotadores remolcados. Por mi parte, me han encantado estos placeres simples como colarse por callejuelas estrechas, escuchar la oración retransmitida en el centro de la plaza o incluso disfrutar del borde del mar haciendo zigzag a través de barcos de pesca de colores.
En definitiva, la faceta balnearia ha tomado sin problemas el lugar de la cultura. Los amantes del farniente encontrarán aquí la felicidad: ocio balneario y toda clase de ofertas. Para el resto, basta una estancia corta: recomiendo concentrarse en el viejo Hammamet, reencontrarse con los locales, alejarse de las zonas turísticas y orientar la estancia en Túnez hacia el lado opuesto de la playa hormigonada.