Bienvenido a Zanzíbar, la paradisíaca isla con playas de postal.
Stone Town, su capital, es un laberinto de calles estrechas, al estilo de los zocos orientales, que combina arquitectura árabe e indiana. La arquitectura de la ciudad está marcada por la historia de la isla, desde la llegada del primer sultán de Omán a la revuelta de los esclavos africanos que viajaban hacia el Nuevo Mundo o que fueron empleados en las plantaciones de la isla.
Pero los turistas vienen a Zanzíbar, principalmente, para disfrutar de sus playas y relajarse. Cocoteros que se pierden en el horizonte, aguas cristalinas de color turquesa que se interrumpen donde el arrecife de coral se lanza al océano azul profundo, todo está allí. Hasta los hoteles de lujo que salpican la costa. La popular localidad de Nungwi, al norte de la isla, es más juvenil, con sus festivos bares de playa, al igual que Kendwa, justo al lado, que es una de las playas más bellas de la isla y no sufre las mareas (la única). Al noroeste, Matemwe está reservada a los viajeros más acaudalados que pueden pagar el lujo de un hotel directamente en la playa, frente a la isla de Mnemba, destino muy popular para hacer snorkel y buceo.
Más al sur, los deportistas se dan cita en Jambiani y Page, dos pueblos cercanos donde se practica el kitesurf porque allí el viento sopla con fuerza. Las playas también son magníficas y bastante animadas durante el día, ya que las mujeres de los pueblos cercanos acuden a recoger algas y pescar marisco.
En el interior, los amantes de la naturaleza pueden explorar el único parque nacional de la isla, Jozani-Chwaka Bay, donde se puede observar a los pequeños monos colobos y descubrir un manglar bien conservado.
Por último, los más aventureros pueden ir a Pemba, la isla vecina, muy poco turística, donde se encuentra la reserva de Nguezi, conocida por sus murciélagos, los llamados zorros voladores, que están entre los más grandes del mundo.