Llegué a Paraty desde Río por esa carretera tan bonita que recorre la Costa Verde. Sal con tiempo de sobra, querrás parar a hacer fotos. Las vistas panorámicas de la cadena de islas que adorna la bahía son espectaculares.
Paraty es una ciudad del S. XVII. Se encuentra en una zona muy verde y rodeada por las montañas de la Sierra de Bocaina y el bosque atlántico, una selva tropical milenaria. No te faltarán opciones para hacer rutas y paseos.
A mí me encantó esta ciudad histórica: sus callejuelas empedradas, el puerto deportivo, la iglesia de Santa Rita... También me recorrí unos cuantos mercados de artesanía y me hice con una hamaca de algodón. Y qué decir de las "pousadas" de Paraty... Eran almacenes militares durante el apogeo del comercio del oro, después fueron mansiones coloniales adornadas con hierro forjado, y ahora estas casas de colores se han convertido en hoteles con mucho encanto, ¡a pedir de boca!
Por encima de todo, me cautivó el ritmo de vida. Si te apetecen unas vacaciones tranquilitas, te recomiendo quedarte en ese remanso de paz brasileña.
Joya del Brasil colonial, Paraty fue el puerto de partida del oro que se encontró en Minas. Hoy es un encantador destino turístico.
Las playas del centro de la ciudad no están nada limpias, a decir verdad. Hace falta alejarse de la ciudad de quince a treinta minutos (en moto, bicicleta, autobús, coche) para descubrir preciosas playas, como la de Trinidade, que me pareció especialmente hermosa y muy agradable.
El antiguo centro histórico tiene asimismo un encanto especial. Las calles están pavimentadas con grandes piedras (ojo con los tobillos), y en ellas encontramos pequeños restaurantes, bares y tiendas de artesanía.
Una excursión en barco hacia las playas y los islotes de alrededor es una buena opción, aunque algo costosa.
En Paraty da la impresión de que el tiempo esté detenido. El centro es una joya arquitectónica tintada de blanco, con calles empedradas y exclusivamente peatonales. Para ser un pueblo tan pequeñito, no me canso de pasear de tienda en tienda y de cafetería en cafetería. Quiero ponerme a tono con este ambiente tan tranquilo que se respira.
Es un sitio muy turístico y no me extraña. La vegetación que rodea sus playas les da un carácter "robinsón" total. Para terminar el día con un broche de oro, no puede faltar una excursión en barco para conocer mejor el litoral, lleno de restaurantes y bares chulos. ¡Vaya pasada! Y, sí, por si alguien tiene alguna duda, ¡estoy de vacaciones!
Resumiendo: un pueblo del S. XVI muy bien conservado, playas, montañas, vegetación tropical, cascadas, islas... No es mal panorama, ¿eh? Pues ya tienes un nuevo destino dentro de tu viaje por Brasil.
He paseado por las calles de Paraty,y descubierto su arquitectura colonial y sus bonitas casas. Visité la hermosa iglesia blanca que destaca orgullosamente en mitad del pueblo.
Fui a explorar este magnífico puerto pesquero de donde partían los barcos que transportaban el oro de Minas Gerais. Embarqué con unos pescadores que me hablaron de la importancia de Paraty en el pasado: ¡estuvo a punto de convertirse en la capital de Brasil!
No me resistí al placer de ponerme aletas, gafas y tubo para observar a los peces multicolores. Los peces ángel franceses acudieron, curiosos, a observarme de cerca. Di un paseo por las colinas verdes que rodean el pueblo y vi guacamayos y monos tití.
Pasé varios días en este rincón del paraíso, donde el tiempo parece detenerse y la gente muestra una gran amabilidad.