
"Tierra de la samba y la pandereta" es cómo se describe Brasil en Aquarela do Brasil, el casi segundo himno nacional del país. Brasil siempre ha sido fuente de inspiración de múltiples artistas: desde la década de 1930, con la creación de las primeras escuelas de samba, hasta hoy, con los nuevos sonidos y bailes funk. Aunque Brasil es conocido principalmente por sus playas de ensueño o por su amor incondicional al baile, este país tiene un lugar especial en el corazón de cualquier amante de la música.
Durante cinco siglos, Brasil ha acogido en su territorio a todas las culturas del mundo: africanos del norte al sur, europeos de este a oeste, orientales, indios, asiáticos o caribeños. El recuerdo de los tambores africanos se mezcla con los estilos clásicos europeos, dando lugar a una combinación única donde la nostalgia del exilio se combina con las ganas de grandes y nuevas aventuras.
Tanto en el pasado como en el presente, es esta esencia la que impulsa a todos los brasileños desde la zona sur chic de Río hasta aquellos que viven el popular Nordeste.
En este sentido, la historia de la samba representa el mejor ejemplo de una música cuya vitalidad se nutre cada día de unas raíces siempre vivas. Con su origen afroamericano, esta pegadiza melodía de ritmo binario, representa una de las principales manifestaciones de la cultura popular brasileña y es símbolo de la identidad nacional.
Rara vez una música habrá generado tal cantidad de variaciones. Samba de morro con Nelson Cavaquinho, samba que recuerda al jazz cool y se convierte en bossa nova con Joao Gilberto, samba soul con Jorge Ben, la pagoda de los 80 con Zeca Baleiro, samba teñida de electrónica en el nuevo milenio... y muchísimas otras.
La samba no ha parado de cambiar en ningún momento, transformarse con el paso de los años pero, siempre sin perder su identidad, su marca de fábrica.
Aunque la samba siga considerándose como el verdadero signo brasileño, también se han desarrollado otros ritmos y tradiciones como los trovadores de Recife, consiguiendo que los ritmos forro se sigan bailando generación tras generación. Ellos también se han reinventado a sí mismos con el tiempo, dando lugar a emocionantes relecturas, de las cuales Silverio Pessoa es una de las caras actuales, como lo fue el gran Chico Science antes que él.
En Minas Gerais, Milton Nascimento sigue siendo el padre fundador de una música con menos ritmo pero mucho más poética.
En cuanto a Salvador de Bahía, antigua capital del Brasil colonial, sigue siendo el santuario de toda la música brasileña. Como canta Gal Costa, una de las musas del nuevo movimiento pop tropical, en su canción con Gilberto Gil y Caetano Veloso: "Soy de Bahía, y allí es donde iré después de todo".