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Eslovaquia

Un buen soplo de aire fresco en los Altos Tatras

Las montañas de los Altos Tatras, en el norte de Eslovaquia y en la frontera con Polonia, son toda una auténtica maravilla de la naturaleza. Además, ¡hacer trekking es una formidable manera de conocer un país!

Las altas montañas más pequeñas del mundo

Se las conoce como "los Mini Alpes", ya que de hecho, la cadena de los Altos Tatras se asemeja asombrosamente a sus vecinas lejanas, pero a una escala menor. Con 60 km de longitud, 25 cm de ancho, y picos que alcanzan los 2.650 m de altitud máxima, todavía osan compararse a las alturas alpinas, cuyos picos se reparten a lo largo de más de 1200 km y donde el Mont Blanc culmina a 4.809 m. Los propios Alpes, si hablaran, podrían decir algo así como: "¡Hey! Que no jugamos en la misma liga!"

Sin embargo, este angosto espacio no hace sino que destaque aún más la belleza salvaje de estas montañas; las cimas se estrechan más hacia el cielo, las cascadas rugen y los valles se enfondan aún más, ofreciendo unas vistas de los lagos, de aguas tan puras que transparentan como el cristal al congelarse en invierno.

¡Adelante por esos caminos!

A caballo entre Eslovaquia y Polonia, el macizo de los Altos Tatras es desde 1948 Parque Nacional en Eslovaquia, y en Polonia lo es desde 1953, siendo además catalogado por la Unesco como Reserva de la Biosfera.

Estas montañas están muy bien conservadas y protegidas, y es un verdadero placer perderse en este entorno natural. Además, todo está diseñado para disfrutar de los 600 km de pistas y senderos que recorren este macizo en cualquier dirección; todos los años recibe a no menos de cinco millones de excursionistas, montañeros y esquiadores que vienen a deleitarse, buenos aficionados al "tatrismo" (¡esta palabra realmente existe!). He aquí la ruta que hice por estas montañas.

El recorrido se inicia en la encantadora localidad de Javorová Dolina, en el florido valle del mismo nombre: el Valle de los Arces. Aquí se encuentras los Tatras de Belianske, llamados también los Tatras Blancos por la característica roca caliza de la zona. Los colores del paisaje no se reducen a solo una gama de grises claros: pasando el desfiladero de Kopsé Sedlo se entra en el reino del pino enano, y el verde oscuro de estos apretujados pinos se pierde de vista más allá del horizonte.
Finalizamos nuestra primera etapa y alcanzamos destino con las primeras luces del atardecer: Chata pri Zelemom Pleso, el "refugio del Lago Verde". Madera quemándose en una hoguera y junto al lago,... me sentí como dentro de una postal de verdad.

Puesta de sol en los Tatras

En el corazón de los Tatras

Al día siguiente, salimos desde Studená Dolina, el "Pequeño Valle Frío". Picos dentados y numerosos lagos de altura, toda una concentración de belleza salvaje que llega hasta el refugio con vistas a uno de los extremos del valle. Allí, a más de 2000 metros de altitud, no había duchas ni agua potable, pues las aguas procedentes del lago cercano no lo eran. ¡Y tampoco había electricidad! El marco no deja de ser por ello cálido: hay luz gracias a unas preciosas lámparas de petróleo, y para compensar la falta de agua potable, en el bar hay toda una variedad de vodkas y cervezas.

Y visto lo que se nos venía encima, el pico del Gerlach y sus 2655 metros de altura... ¡no nos pudimos negar a unos lingotazos de aguardiente para envalentonarnos! El ascenso es muy difícil y muy técnico, por lo que quedó reservado para los más especialistas de entre nosotros. Personalmente, prefiero atravesar las fallas de Sedlo Prielom y Polský Hrebeň.

Por fin al día siguiente, llegamos al final de nuestra ruta con laúltima subida programada: el pico Rysy... el pico del Lince. Quizás no sea la montaña más alta de los Tatras, pero sí la más conocida; a caballo entre Polonia y Eslovaquia, apenas le falta 1 metro para alcanzar los 2500 de altitud. El hándicap de los 2499 metros no le impide "tomarse su particular venganza"; nos ofrece una espectacular panorámica del "Ojo del Mar" (Morskie Oko en polaco). Es un famoso lago cuyo nombre, según una vieja leyenda, de debe a se decía que el lago estaba conectado con el mar Adriático a través de un pasaje subterráneo.

Pasamos nuestra última noche en Chata Pod Rysmy, el refugio bajo el Monte Rysy. A 2550 metros de altitud, el refugio más alto de Europa Central nos dió el calor y el confort que necesitábamos. Y fue con una aplastantemente hermosa puesta de sol que se acabó nuestro emocionante periplo, gracias al cual conocimos una faceta distinta de Eslovaquia.

Marlène Viardot
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