En pocas palabras
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Es el caso, por ejemplo, de los últimos meses de la primavera y de los primeros del otoño. En concreto, mayo, la primera quincena de junio, la primera quincena de septiembre y las primeras dos semanas de octubre. En esas fechas, las temperaturas son bastante más templadas, abundan los días de sol y el número de visitas que recibe Roma y su región es bastante más reducido. Por tanto, tendrás la posibilidad de conocer sus principales monumentos de manera más tranquila y sosegada.
Pero, ¿y el invierno? La Navidad es otro buen momento para conocer Roma. Sin embargo, has de saber que muchos fieles eligen ese mes para disfrutar de la fiesta más importante del año en la ciudad más importante para la Iglesia Católica. Algo similar sucede durante la Semana Santa, que cae cada año entre los meses de marzo y abril.