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Austria

Hallstatt: la bella ciudad austríaca, a los pies del Dachstein

Si sólo puedes ver un pueblo en Austria, haz todo lo posible para que sea Hallstatt: un pueblo de tarjeta postal, pegado a la ladera de la montaña Salzberg, al lado del lago Hallstatter. La región Hallstatt-Dachstein, declarada patrimonio mundial de la UNESCO, es un paraíso para los senderistas y los amantes de la naturaleza.

Un pueblo histórico: cuna de la civilización

Los primeros habitantes se establecieron en la región de Salzkammergut (que significa cámara de sal) alrededor del 5.000 a. de J. C. Las primeras explotaciones de las minas de sal tuvieron lugar en Hallstatt hacia el 3.000 a. de J. C. Pero es hacia el -1.000 cuando Hallstatt (Hall significa sal en celta) conoció una formidable expansión, gracias a la exportación de este oro blanco hasta el Mediterráneo, los mineros habían adquirido una habilidad excepcional en la extracción de la sal, gracias a sus herramientas de bronce y de hierro. En el siglo XIX se hicieron excavaciones alrededor del pueblo y se encontró una necrópolis del primer milenio y muchas herramientas de hierro, testigos de este próspero periodo. Tras estos descubrimiento, se atribuyó el nombre de Hallstatt al primer periodo de la edad de hierro, es decir entre el 1.000 y el 700 a. de J. C.

Un patrimonio cultural singular

Hoy en día, Hallstatt vive esencialmente del turismo, incluso si todavía se extrae sal con fines industriales. Todavía es posible visitar la mina de sal más vieja del mundo, la de Salzberg (la montaña de sal). El funicular para subir hasta allí se encuentra al sur del pueblo, hacia el parque P2. ¡La visita encantará a grandes y pequeños! Descubrirás unas espléndidas vistas de la ciudad y de sus alrededores, a más 800 metros de altitud. Después, una vez en la mina, atravesarás diversas salas que cuentan la historia de la región; verás el lago salado subterráneo, y subirás en el vagón utilizado por los mineros.

Además de la mina de sal y el suntuoso entorno, los principales atractivos de Hallstatt son la plaza del mercado, tan pintoresca y tan típica, y el museo que presenta colecciones de herramientas y joyas, encontradas durante las excavaciones. ¡Tampoco te puedes perder, en la parte alta de la ciudad, la iglesia católica con su bonito y florido cementerio, y la capilla de San Miguel! Prevé dos euros para entrar en el pequeño osario parroquial. Esos 1.200 cráneos los unos al lado de los otros, sobre los que se ha pintado el nombre, la fecha de nacimiento del difunto y, en algunos casos, ornamentos, impresionan y pueden incomodar a algunas personas. Como el cementerio era demasiado exiguo para albergar a todos los habitantes muertos, los huesos de los difuntos eran transportados al osario tras un cierto tiempo de inhumación. Actualmente, como se privilegia la incineración, este lugar mortuorio ya no está muy de actualidad (el craneo más reciente data de 1995). Pero si lo desean, los habitantes de Hallstatt también pueden acabar en este lugar, solicitándolo en su testamento.

¡Un turismo un poco particular!

 En Hallstatt, es agradable pasearse por las callejuelas, admirar las casas con sus coloridas fachadas y su balcón de madera y subir un poco para admirar la vista del lago con sus tranquilas aguas y las grandiosas montañas. ¡Hallstatt se visita a pie, en bicicleta, en barco o en un hidropedal con forma de cisne! Felizmente para nosotros, las coches están excluidos de este tranquilo y suntuoso entorno. El coche se aparca en uno de los 5 parkings de pago que hay en los alrededores. No creas que estarás solo, los autobuses con turistas llegan de todas partes. La proporción de visitantes de origen asiático me sorprendió. ¡Incluso vi un póster de una joven asiática posando con un vestido tradicional austríaco en una de las fachadas de la ciudad! Como yo, los chinos también adoraron Hallstatt, ¡hasta el punto de construir une réplica, única en el mundo, a la misma escala, en Huizhou, en la provincia de Guangdong, en China!

Los alrededores de Hallstatt, una naturaleza espléndida

Hallstatt está rodeado por las altas montañas calcáreas de Dachstein, en las que el agua de lluvia se filtra para dar lugar a enormes cuevas glaciares.

Catedral de Tristán

Visitar una de las cuevas es un must durante un viaje a Austria. Desde Hallstatt, estás a sólo 7 km de la salida del teleférico para subir el Krippenstein. Éste propone dos paradas: la primera en Schönbergalpe, a 1.345 metros de altitud, para visitar las cuevas, y la otra, a 2.100 metros de altitud, sobre la llanura de Krippenstein, para escalar a la cima de este último y admirar la vista.

Como el Krippenstain estaba cubierto por la bruma el día que fui, me paré en la primera estación, a 1.345 metros de altitud. En el mes de mayo, todavía quedan algunos bloques de nieve dispersos. Se toma un camino que pasa al lado de algunas cabañas, es las que se presentan la fauna, la flora y la geología de la región. Después se sube a pie la ladera de la montaña durante 15 minutos para llegar a la entrada de la primera cueva glaciar, abierta de mayo a octubre, tras el deshielo... La visita guiada dura una hora. Tendrás que recorrer alrededor de un kilómetros bajo la montaña. Entonces descubrirás las magníficas estalagmitas de hielo, te maravillarás delante de la catedral de hielo de Tristán y acabarás en una suntuosa sala bajo los efectos de la luz. Hay entre 0 y -3 grados, ¡incluso en pleno verano! ¡No olvides tu polar! La cueva del Mamut estaba cerrada, sólo abre en verano. Su nombre proviene de su impresionante longitud: 70 kilómetros. Una de las cabañas expone, en miniatura, las diferentes galerías de esta gigantesca cueva.

Lisa Gaillard
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