Viajar es una de mis pasiones. Afortunadamente por mi trabajo viajo bastante, he ido a muchos sitios y mi intencion es tener la oportunidad de recorrer medio mundo (o todo), pero India se te queda grabada en un pedazo de ti y es imposible deshacerte de esa huella. Hay tantas contradicciones, cosas buenas y malas al mismo tiempo, es todo tan intenso que de que te quieres dar cuenta, ya estas enganchada y no hay marcha atras... El ultimo dia estaba deseando coger el avion para regresar a España, necesitaba recuperar mi rutina, mi casa, mi estilo de vida... Sin embargo, cuando por fin pude sentarme en el asiento del avion, no se por qué razon sentí ganas de llorar, alguna parte de mi no queria abandonar ese magico pais... Nunca me habia pasado en ningun otro viaje.
Puede que la sagrada energia de los constantes rezos de un país tan espiritual de alguna forma se haya quedado impregnada en ese espacio, si la inhalas, estas perdida... Tuve la suerte de comprobar la reconocida hospitalidad del pueblo indio, tambien su tendencia al cotilleo, su curiosa afición de pedirte una foto, su 'caradura' a la hora de preguntarte sin el menor pudor si estas casada, cuantos años tienes o si tienes hijos... Los indios son serios, pero cuando te sonríen, te estan abriendo realmente su corazon. Y esas puestas de sol... Son, simplemente, indescriptibles.
Volveré.