
La isla de Fogo, por su forma redonda y su relieve, se distingue fácilmente de las otras islas de Cabo Verde. El Pico do Fogo, punto culminante del archipiélago, situado a 2.829 metros de altitud, es ciertamente impresionante. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la subida no es fácil y que el volcán todavía se encuentra activo, así que no podrás acercarte demasiado a la cima. Esto te dejará tiempo para descubrir la ciudad principal de la isla, São Filipe.
Situada en la costa occidental de la isla, a una altura menos pronunciada, São Filipe parece deslizarse hacia el océano con sus calles empinadas. Solo un modesto acantilado que domina una playa de arena negra y un pueblo de pescadores la retienen. El volcán ocupa casi toda la superficie de la isla y define completamente su paisaje. São Filipe está situada frente a la isla de Brava, que se encuentra a 25 kilómetros de distancia. Cuando el cielo está despejado, desde este promontorio se puede atisbar la costa de la isla.
São Filipe, que cuenta con varios miles de habitantes, se ha extendido lentamente hacia el este desde su centro, que está localizado más cerca del océano. En el centro podrás visitar una iglesia católica, el museo principal, la Casa da Memória, un cementerio portugués, un mercado muy concurrido y un jardín cerca del mar, el Presidio.
Antes de ir al museo y a la Casa da Memória, visitas imprescindibles, te invito a perderte por las tranquilas callejuelas de la ciudad. Pasarás delante de muchas casas de dos plantas con las fachadas pintadas y un balcón de madera. Se trata de los famosos sobrados, casas señoriales, algunas magníficamente restauradas, que recuerdan a la época colonial. Muchas personalidades portuguesas hicieron construir estas residencias e instalaban a su familia en la primera planta, mientras que la planta baja estaba ocupada por el servicio.
Afortunadamente esta época forma ya parte del pasado, pero afortunadamente también su arquitectura se ha conservado. Si tienes suerte, puede que veas el interior de una de estas casas, ya que muchas de ellas han sido convertidas en hoteles. Aunque, de todos modos, solo tienes que visitar el interesante museo municipal para vivir esta experiencia. Justo al lado, la Casa da Memória te hará revivir la historia de São Filipe y la isla de Fogo, que bien merece su nombre.