El camino que va desde Ponta do Sol hasta Cruzinha es impresionante. Bordea enormes acantilados que desafían al océano. Tomamos enseguida el camino que lleva hasta el pueblo de Garça, pasando por un cañón, paisaje que me gustó mucho.
Pasamos la noche en Garça de Cima, en medio de un entorno vegetal muy rico. Tras este descanso bien merecido, subimos hasta Mainho y luego bajamos para llegar hasta Alto Miro y encontrarnos frente a los acantilados vertiginosos típicos de esta zona de la isla.
Lo que más me gustó fue ver aquellos paisajes áridos y vertiginosos, distintos a los de otras excursiones que he tenido ocasión de hacer. No olvides llevar un buen mapa, calzado adecuado y prendas de abrigo, ya que algunos de estos senderos son muy escarpados.