La historia de Letonia está marcada por la dominación de las potencias vecinas. Independiente en 1918, después invadida por la URSS en 1940, no descubrirá la democracia hasta 1991. Hoy en día, Riga es la capital más a la moda de los países bálticos con una juventud activa que hace vibrar los muros de un centro de la ciudad Art Nouveau declarado patrimonio mundial de la Unesco.
Miembro de la Unión Europea, la OTAN y con el euro como moneda, el país es un destino encantador que te permitirá cambiar de aires. Durante tu estancia en Letonia, descubrirás una obra maestra de la arquitectura barroca al visitar el Castillo de Rundale. Al menos que prefierás la estación balnearia de Jurmala en la costa báltica, verdadero Saint-Tropez letón con suntuosas villas frecuentadas desde el siglo XIX por la aristocracia rusa y después letona. Más tranquila y más familiar, visita la insólita Liepāja, en la región costera de Curlandia, con el mercado cubierto de Petertirgus conocido en todo el país, así como el teatro profesional más viejo. Si tienes un poco de suerte, quizás encuentres, enterrados en la arena de la magnífica playa, pequeños trozos de ámbar provenientes de los bosques fosilizados tragados por el mar.
Si estás por allí el 15 de agosto, dirígete cerca de Daugavpils al este del país para asistir a la convergencia de miles de peregrinos en la Basílico de Anglona para celebrar a la Virgen María. Es un momento muy intenso para los católicos letones. Hay que subrayar que en esta gran ciudad del sur del país, una gran parte de la población habla ruso.
Para descubrir la fauna y la flora bálticas, además de lagos y formaciones rocosas, visita el parque nacional de Gauja. El ambiente es muy simpático pues el parque está frecuentado por letones que están de vacaciones. También es el lugar donde podrás descubrir los sitios históricos de Cesis y Sigulda.