Doolin es un pequeño pueblo a orillas del mar que sabe explotar las oleadas de turistas sin perder la atmósfera de serenidad y el encanto del pueblo. Está situado en un lugar idílico, a pocos kilómetros de los famosos acantilados de Moher, que tienen bien merecida su fama (esos acantilados míticos me dejaron sin habla). Por el pueblo pasan autobuses repletos de turistas y la zona se adapta sin llegar a desnaturalizarse. Es cierto que en la gran mayoría de las casas se leen carteles de «Bed & Breakfast» (alojamiento), pero conservan la decoración original.
Today la gente (surfistas, escaladores, senderistas y paseantes) con la que me encontré durante un viaje por Irlanda, encuentrn aquello que buscan en Doolin. Personalmente, he comido y bebido en el campo irlandés con desconocidos con una facilidad inigualable.