Pursat es seguramente uno de mis mejores recuerdos de Camboya. La ciudad no tiene muchos turistas, así que uno puede relacionarse mejor con la gente del lugar. No conocí nada extraordinario o magnífico en Pursat, pero pasé bastante tiempo sonriendo a los niños e intentando hacerme entender por los adultos valiéndome de grandes gestos. Para relacionarse con la gente local, lo mejor es pasearse por el río. Haz una parada en el islote de Koh Sampov Meas. Es un parque al que la gente se acerca para pasearse con los niños.
También pregunté donde se encontraba el ferrocarril, para disfrutar de un inolvidable paseo en el famoso tren de bambú, por las antiguas vías férreas construidas por los franceses. Una vez más, me lancé en estas tablas de maderas propulsadas por un viejo y grasiento motor, acompañado de gente local y sin turistas.
Por último, en los alrededores de Pursat hay que conocer el pueblo flotante de Kampong Luong. No me canso de ver estos singulares pueblos flotantes, lugares pintorescos y llenos de vida.