
Independiente de la URSS desde 1990, tras cincuenta años de ocupación soviética, Lituania pasó por ciertas dificultades para recuperar su dinamismo económico. Para acercarse un poco más a Europa fue en efecto necesario reformar las leyes, instaurar nuevas directrices económicas y hacer frente a la competencia internacional.
Lituania es uno de los tres países bálticos, el más meridional de todos, limitando con Letonia, Bielorrusia, Polonia y Rusia (enclave de Kaliningrado). Con una superficie de 65 000 km², el país queda dividido en cinco regiones: Aukštaitija al noreste, Samogitia al noroeste, Dzūkija al sureste, Suvalkija al suroeste y Lituania Menor en la costa: en estas zonas viven cerca de 3 millones de habitantes repartidos mayoritariamente por grandes ciudades que no te puedes perder en medio de un viaje por Lituania, como Vilna, Kaunas, Klaipėda, Šiauliai y Panevėžys. El 84 % de los habitantes del país son lituanos, a los que se suman algunas minorías de polacos (6,6 %), rusos (5,8 %) y bielorrusos (1,2 %).
A partir de 1995, Lituania manifestó su deseo de formar parte de la Unión Europea, pero el camino se hizo largo sobre todo debido a ciertos puntos sensibles como el cierre de la central nuclear lituana, medida que exigió la UE para finalizar el proceso de adhesión. En mayo de 2004, Lituania se convierte oficialmente en miembro de la UE, al mismo tiempo que otros 9 países. Se trata de un primer paso hacia Europa que no resultó suficiente para un país que ha conocido dificultades económicas que retrasaron la adopción del euro. Aunque los lituanos pensaban poder entrar en la zona euro en 2007, fueron necesarios sin embargo 8 años de negociación, dos crisis económicas en 2008 y 2011, y el atractivo de Vilna como Capital Europea de la Cultura en 2009 para poder entrar en el marco de los criterios europeos, viéndose así la litas (moneda lituana) sustituida por el euro el 1 de enero de 2015, facilitando de esta forma la movilidad de los trotamundos europeos.
Aunque la pertenencia a la Unión Europea parece a día de hoy totalmente reconocida, ciertas posturas lituanas sobre algunos temas de actualidad desagradan a la UE, acercando al país a Rusia. El punto más candente que ha causado polémica en ambos países en los últimos tiempos debido a su similar postura no es otro que la homofobia, muy presente en Lituania. En 2009,el Parlamento lituano votó una reforma a la cual se opuso el presidente, quien prohibió toda declaración a favor de la homosexualidad con el fin de salvaguardar la "protección de los menores". Lituania no reconoce ni el matrimonio ni la unión civil entre homosexuales, ofreciendo pocos derechos a este sector de su población, el cual, a falta de una organización fuerte que les defienda, se ve obligado a ceder bajo la ley del silencio ante hombres políticos muy conservadores, que consideran que su condición es una enfermedad. Para los homosexuales lituanos, la integración total de su país a la UE se ha convertido en una oportunidad más, gracias a las sistemáticas condenas del Parlamento Europeo a los actos homófobos y a la lucha contra la discriminación que sufren de manera cotidiana.