Situada en el centro de un mosaico de lagos, en mitad de una naturaleza exuberante, la pequeña ciudad de Trakai, de unos 5000 habitantes, guarda celosamente su castillo, uno de los principales orgullos nacionales. Al principio me impresionaron especialmente las vistas del castillo, que parecía flotar en mitad del lago. Tuve que cruzar varios puentes para llegar a su estructura, algo surrealista, en aquel archipiélago de islitas sobre el lago.
El castillo, perfectamente restaurado, quizá demasiado, alberga unas bonitas exposiciones en su interior. Aun así, viendo el ambiente tan rural y tranquilo del lugar, me costaba imaginarme que aquel fuera el centro del mayor territorio europeo en su época de gloria. En resumen, Trakai es de obligada visita durante un viaje por Lituania.
Sólo pasé un día en Trakai durante mi viaje a Lituania, pero guardo un magnífico recuerdo.
Al principio, atravesar la ciudad desde la parada del autobús me pareció un poco un fastidio pues todo estaba cerrano y no me cruzaba con nadie en las calles. Después, encontré iglesias barrocas y pequeñas tiendecitas, me perdí en las calles transversales y apareció el encanto de Trakai.
A continuación, fui al castillo siguiendo el lago, era simplemente maravilloso. Hice pausas más o menos cada 10 minutos de los subyugada que estaba por la suavidad, la armonía y la luz del lugar. Adoré esa atmósfera de domingo con familias que se pasean, gente que corre a orillas del lago, parejas sentadas en un banco. Y de pronto, apareció el castillo, rodeado de agua, y fue la apoteosis. Una imagen de tarjeta postal.
También me pareció interesante la visita desde el punto de vista histórico y cultural.