Para los que, durante suviaje a Madagascar, han decidido saltarse la visita de los viñedos de Fianarantsoa porque no les gustan o simplemente por un acto de patriotismo, ¡una etapa en el paraíso del té de Madagascar puede resultar muy estimulante por su aporte en teína! Té con un caracter más bien fuerte, el té producido en Madagascar se acerca más al té inglés que al té asiático. Por lo que para perfeccionar esta "english taste", se puede degustar con una nube de leche o incluso con un poco de azúcar para suavizar su sabor...
Pero, más allá del ritual, de una ceremonia llena de tradiciones como la que podemos encontrar en Japón, la cultura del té debe ser situada, antes que nada, en su marco natural para comprender mejor toda la sutileza, su historia y su lugar en la sociedad.
Llamado "el campo de las mujeres" en malgache, Sahambavy, el único polo de producción de la Gran Isla da su nombre a este decorado, ¿donde las suaves curvas de las plantaciones, sucesión de colinas de un verde suave y luminoso, pueden evocar las redondeces y la sensualidad femenina?
Para verificarlo, hay que tomar la famosa RN7 en dirección al sur desde Antananarivo durante cerca de 400 kilómetros, antes de tomar un recorrido insólito y épico de unos 45 minutos sobre una pista caótica. Una carretera utilizada a diario por camiones cargados de este "oro negro" del que se exporta el 80% de la producción sobretodo con destino a Mombasa en Kenia, donde hay una de las mayores bolsas de té del mundo.
Finalmente, allí, el paisaje de maleza se transforma de pronto en una tarjeta postal típica de estos valles verdes mecidos por el viento, en un caleidoscopio de verdes intensos.
Gracias a un clima húmedo y una altitud favorable comprendida entre los 800 y los 1200 metros, los primeros intentos realizados en 1970 con esquejes provenientes de Kenia resultaron suficientemente concluyentes para poder lanzar la construcción de una primera fábrica desde 1978. Con cerca de 335 hectáreas de plantaciones y una producción diaria media de 20 toneladas de hojas recogidas a mano por unas 200 personas, el dominio, privatizado desde 1996, ha cedido cerca de 94 hectáreas en autogestión a los campesinos.
Con un tamaño cercano al de una sala municipal, es difícil concebir la importancia de este polo de producción en la economía malgache y a escala internacional, sabiendo además que los malgaches nunca han tenido fama de bebedores de té.
Situado en un marco campestre no desprovisto de encanto, a orillas de un agradable lago, la tranquilidad del lugar, que inspira calma y serenidad, no hace sospechar ni por un momento el empeño suscitado por esta actividad casi industrializada. Pasar algunas horas allí constituirá uno de los más bellos descubrimientos de tu viaje.
Recogida, envejecido, triturado, enrollado, fermentación, secado, torrefacción y filtrado: es una cadena de manipulación y de técnicas minuciosas que precede a la fase de envasado final antes de la expedición hacia los países importadores. La rentabilidad obliga, la capacidad de la máquinas permite tratar entre 200 y 600 kg de té por hora. Con una productividad media de entre 50 y 100 kg diarios y tenido en cuenta un precio de 60 ariarys el kg, la recompensa de una madre de familia encargada de la recogida sigue siendo bastante baja: 6000 ariarys ¡es decir alrededor de 2 euros/día!
Afortunadamente, gracias a la creación de un polo de iniciativa en la plantación de Sahambavy , el trabajo de los niños está prohibido y se ha creado una escuela especialmente para los niños cuyos padres trabajan en la explotación. Una medida necesaria aunque complicada de aplicar, la tradición vale su peso en oro en la cultura malgache, y según ésta los niños siempre han ayudado a los padres en todo tipo de tareas.
Una vez abordado el tema de los derechos sociales, puedes degustar este famoso néctar entre las diferentes calidades obtenidas (Dust, Pekoe Dust, Pekoe Fannings o incluso Broken Pekoe) cuya plantación presume de los beneficios nutricionales a través de su eslogan publicitario: "¡No hay salud sin té!"