En el camino entre Uarzazate y las gargantas del Dades y del Todra, seguramente pasarás por Boumalne Dades, accesible desde la carretera nacional 10. Así que por qué no detenerse, ya sea para descubrir el acogedor centro del pueblo y su arquitectura tradicional bereber, con sus casas de adobe, o para alojarse algunos días allí. Este pueblo es un bonito lugar fuera de los itinerarios turísticos típicos y la poca presencia de turistas te permitirá experimentar la auténtica hospitalidad marroquí, lejos del bullicio de las grandes ciudades.
Tuve la ocasión de pasar y detenerme en Boumalne Dades durante una jornada de visita a los mercados (los zocos abren los domingos y los miércoles), momento en el que la pequeña y soñolienta aldea de solo 2000 habitantes parece despertar de su letargo y llenarse de vida de repente.
Me ha encantado mi viaje a Marruecos, no pensaba que fuese un país tan bonito. Casi no se oye hablar del Valle del Dadès; sin embargo, parecía que estábamos en las mil y una noches. ¿Cómo no apreciar esos paisajes? Ya sea ricamente decoradas o modestas y deterioradas, las kasbah del Valle del Dadès recubren las pintorescas e irregulares montañas.
Este pequeño paraíso se extiende a partir de Boumalne du Dadès, donde pasarás la noche antes de emprender las caminatas.
Nos ocurrió una sorprendente aventura. No llevaba agua pues pensaba llegar a un pequeño pueblo, a lo largo de uno de mis paseos, y un niño de unos diez años nos condujo hasta un lugar llamado "dedos de mono". Como nos habíamos negado a pagar la exorbitante suma que pedía, se fue corriendo y nos dimos cuenta de que estábamos perdidos. Nos cruzamos con otros dos binomios, que también se habían perdido a causa de los niños. Durante todo el día, escalamos, descendimos haciendo rappel (con nuestras cazadoras unidas entre sí), atravesamos pequeños riachuelos y subimos a estrechos acantilados (confieso que no me lo podía creer) para llegar, al anochecer, a un hotel de lujo que llamó a un taxi. La jornada, a pesar de haber sido bastante dura, es, al final, un recuerdo inolvidable.