Para un viaje exitoso, aquí tienes algunas reglas de etiqueta y de respeto. Ten cuidado: a pesar de que los mongoles son un pueblo muy tranquilo, puede haber malentendidos que perturben tu estancia.
La yurta tiene un conjunto de normas, casi una etiqueta, respetadas por todos los mongoles. Como extranjero, no será grave si no las conoces todas. Los mongoles son de naturaleza hospitalaria y estarán encantados de acogerte.
Es costumbre en Mongolia, antes de llegar a una yurta donde a uno no se le espera, pedir al propietario que ate a su perro ("nokhoi khorio!"). Después de esta frase, seremos invitados a entrar y a beber o comer. Al entrar, ten cuidado de no golpear o pisotear el umbral, esto puede ofender a los espíritus y a los anfitriones.
Una vez dentro: es de muy mala educación rechazar bebidas o alimentos que se nos ofrecen. Los anfitriones siempre nos preguntarán qué deseamos tomar. Haz tu elección entre: té, airag (leche de yegua fermentada), leche o mantequilla de yak. Son alimentos muy inusuales para el turista occidental. Si el sabor o la textura te parecen horrendos, no estás obligado a acabarte tu ración, pero sí a probarla al menos,
Durante tu escapada mongola, a veces la forma de funcionar de estas acogedoras gentes te superarán. Su concepción de la vida y del tiempo son radicalmente diferentes a las nuestras, y esto puede llevar a alguna discordia. En Mongolia, una virtud muy útil es la paciencia. La paciencia infinita más bien. Los mongoles no tienen nunca prisa. Esto puede parecer maravilloso a primera vista para nosotros urbanitas, acostumbrados a vivir esclavos del reloj. En Mongolia, cada cosa pasa cuando pasa, y si aún no ha sucedido es porque el momento todavía no ha llegado. El concepto no está mal. Piensa en cabalgar por la estepa, desafiando los elementos en un paisaje de ensueño... La realidad es que, para un viaje de cinco días, tendrás que esperar como mínimo dos días, ya que los caballos están en libertad en la naturaleza y no siempre quieren empezar el viaje al mismo tiempo que nosotros. Así que hay que esperar prudentemente antes de poder empezar.
Al final, cuando recuerdes tu viaje a Mongolia, este tipo de historias serán divertidas en retrospectiva, pero en el momento no lo son tanto.