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Madagascar

Antoetra y sus alrededores: el descubrimiento de la región zafimaniry

Los malgaches de las Tierras Altas eran famosos por ser un pueblo de grandes caminantes. Me pareció evidente que el mejor modo de ir a su encuentro y comprenderlos era a través de una buena ruta de senderismo. Visita un lugar alejado de las ciudades y su bullicio, sigue los pasos de un pueblo de agricultores que viven del sudor de sus frentes y que recogen los frutos de su trabajo con coraje y dignidad. 

La oficina de empleo agrícola

Desde Ambositra, emprendimos el camino por la RN7 en dirección a Antoetra y descubrimos las Tierras Altas. Esta región, un auténtico granero de arroz, nos reconfortó con la idea de que nuestros esfuerzos del día serían recompensados e incluso honrados con la degustación de uno de los arroces más exportados del mundo.

El cultivo del arroz marca el ritmo de vida de toda la población. Más estéticos que muchas obras de “land art”, los arrozales en terraza ofrecen una bonita gama cromática de tonos verdes en pisos perfectamente esculpidos, rodeando los pueblos ubicados en las faldas de las colinas. Una estampa típica de postal, una naturaleza exuberante y generosa, perfectamente tratada por el hombre, en la que tendrás la impresión de estar en el interior de un cuadro impresionista.

Tras esto, abandonamos la carretera en Ivato y nos adentramos en un camino de tierra que discurría por acantilados y penetraba poco a poco en el bosque y pudimos descubrir los primeros poblados de casas de madera: ¡era la bienvenida al misterioso universo de la civilización zafimaniry para una inmersión en profundidad en una cultura de auténticos artistas!

Los leñadores malgaches

La etnia de los zafimaniry, considerada un subgrupo de los betsileos, está compuesta por unas 25 000 personas que se concentran en los linderos del bosque, al este de Antoetra. En este ambiente forestal, sus habitantes saben aprovechar todos los recursos de bosque (la madera, que se usa para la construcción, para calentarse o para esculpir, las plantas medicinales y la caza, principalmente de jabalíes).

La visita al poblado de Tetezandrotra, un auténtico museo al aire libre de trabajos en madera (el saber hacer y las habilidades de los zafimaniry han sido premiados por la Unesco, que declaró su obra Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2003), nos lleva a descubrir a los precursores del ensamblaje sin clavos. Los diseños geométricos de los muros de sus casas tradicionales esculpidas con todo detalle e íntegramente en madera, simbolizan los diferentes estatus de cada familia dentro del grupo étnico, los vínculos familiares (tanamparoratra = tela de araña) y la vida en comunidad (papintantely = panal de colmena).

Aldea zafimaniry @flickr cc Carmina Miccoli

Como ocurre en cualquier poblado perdido, las tradiciones y las creencias ancestrales siguen muy presentes, por lo que conviene respetar las costumbres de nuestros anfitriones temporales... ¡Desafié al miembro de nuestro equipo que osara rechazar una ronda de ron a aventurarse en los oscuros caminos del bosque sin acompañante!

Alrededor de una hoguera, en un ambiente alegre y animado junto a los lugareños, nos fuimos adentrando poco a poco en la noche oscura de este misterioso y profundo bosque.

El culto a los ancestros, una prueba de que actualmente su cultura sigue estando viva

Por la mañana, continuamos nuestra ruta por este ambiente forestal impregnado de cultura y misticismo. Como si de un juego de detectives se tratara, avanzamos en busca de nuevos indicios, testimonios reales que demostraran que las tradiciones ancestrales prevalecen en nuestros días en la región zafimaniry.

Un buen ejemplo de que la cultura malgache sigue viva son sus estelas de piedra ( los tsangambato, llamados también tatao), erigidos junto a los caminos en honor a los ancestros. Una costumbre de esta cultura es que el visitante, como muestra de respeto a los ancestros, deposite una ofrenda (miel, una moneda o incluso un poco de ron local, el toaka gasy) a los pies de estas “piedras erguidas”.

¡Qué honor pisar estas tierras cargadas de historia, de creencias y de descubrimientos, ubicadas en pleno corazón de una naturaleza fascinante y decoradas con esculturas talladas por manos de auténticos maestros!

Desde el punto de vista logístico

¡Para realizar esta ruta, que es una garantía de escapar de los circuitos turísticos habituales, no basta con hablar perfectamente malgache o con tener un excelente sentido de la orientación entre los arrozales! En total, la excursión dura 3 días, con una media de 3 a 6 horas de caminata al día. Desde Ambositra, retomamos la RN7 que habíamos abandonado en Ivato para recorrer cerca de 26 kilómetros hasta llegar a Antoetra. En Sakaivo, Tetezandrotra o Ifaliarivo, todo el esfuerzo se ve rápidamente recompensado por el contacto lleno de autenticidad que se tiene con los habitantes de los poblados que se atraviesan. ¡Supone un verdadero descubrimiento del mundo rural de las Tierras Altas realmente interesante!

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