¿Es posible imaginar un viaje a Tanzania sin un safari? La respuesta es no. El circuito clásico nos suele llevar del lago Manyara al Tarangire, pasando por los maravillosos Ngorongoro y Serengeti.
Por lo general, en Tarangire se hace la última jornada de safari antes de ir a Arusha. Aunque tiene menos prestigio que sus célebres vecinos, este parque es un imprescindible. Hay cebras, búfalos, jirafas, antílopes...También leones, aunque más discretos. Discretos no serán los elefantes: no pararás de cruzarte con ellos en el bosque lleno de baobabs.
Tarangire es un parque fantástico que pide a gritos ser descubierto.
El pueblo de Kwa Kuchnia se encuentra en el norte del parque, a unos 2 km de la entrada. Alojarse aquí tiene sus ventajas. Hay muy pocos turistas, los precios de las guesthouses son mucho mejores que los de los refugios dentro del parque, y sobre todo, aquí tendrás la oportunidad de conocer a los locales y compartir un té o una cerveza con ellos. Como pasa a menudo en Tanzania, los turistas van de parque a parque sin detenerse en estos sitios, abandonados por las agencias de viajes, pero que embargo nos permiten entender un poco más el país.
Los paisajes del parque nacional de Tarangire son diferentes de los de Serengeti. La altitud es menor y la vegetación es distinta. No verás leones (por suerte, si vas a pie), pero sí elefantes, búfalos, guepardos, leopardos, jirafas, cebras, y muchos otros. Pero lo más impresionante es el tamaño de los baobabs. Este safari no me decepcionó para nada, y recomiendo totalmente ir a Tarangire.