Büyükada es, sin duda, uno de mis lugares preferidos de Estambul. Desde mi primera visita, me inspiró el ambiente que se respira allí. La llegada en ferry amplifica aún más la sensación de estar haciendo un viaje insólito. Y reserva muchas sorpresas.
Así, en Büyükada no te encontrarás con ningún coche. Los desplazamientos se hacen a pie, en bici o en calesa. Sentada en mi coche de caballos como una princesa de vacaciones, me deleité contemplando las villas victorianas y art nouveau, cada cual más bonita. Sin embargo, hay que terminar el trayecto a pie para llegar a una capilla ortodoxa, tan pequeña como adorable. Es el punto más alto de la isla y, desde allí arriba, podrás ver todo el archipiélago.
Si te gusta caminar, plantéate recorrer la isla pie. Cuando hace bueno, las flores rosas y blancas de los inmensos laureles decoran las calles. También podrás ver algunos bañistas. Hay una playa, pero no es para nada el mejor sitio para bañarse.
Me enamoré totalmente de esta isla, tan lejos de Estambul en tan poco tiempo.
Toma un barco a primera hora de la mañana y desayuna a bordo disfrutando de las vistas.
No olvides tu bañador para disfrutar de la playa y evita los restaurantes de pescado próximos al embarcadero.
En verano suelo ir a pasar un día a la isla. Siempre alquilo una bicicleta nada más llegar. Pasear por las agradables y floridas calles de Büyükada es todo un placer. Sus bonitas casas son de la época del Imperio otomano. Solo se puede circular en bicicleta y en calesa. También podrás pasear por el sur de la isla, donde la naturaleza invade todo el lugar.
¡Si te encuentras en la playa con algún puesto donde vendan una especie de piruleta turca llamada “macun şekeri”, que está hecha con especias y miel, no lo dudes y prueba una!
Por último, por la tarde, antes de regresar a Estambul, date un chapuzón en el mar.
Infórmate acerca de los horarios de los barcos que salen de Kadiköy o Kabataş