Antiguamente conocido como Levissi, Kayaköy me hizo recordar una dura realidad histórica que, sorprendentemente, apenas se conoce en mi país: tras los acuerdos de Ginebra de 1923 que ponían fin a la Guerra de Independencia turca después de la Primera Guerra Mundial y el colapso del imperio otomano, Grecia y Turquía organizaron un intercambio de población de escala considerable para armonizar desde el punto de vista étnico cada uno de los estados, cuyas fronteras se habían vuelto a trazar.
Es inevitable emocionarse con la ciudad de Kayakoy, con sus 4000 casas abandonadas colgando en las colinas recubiertas por la vegetación. De ellas solo se subsisten restos de muros de piedra y las estructuras antiguas de las iglesias y otros edificios oficiales. Es una visita muy interesante y, en mi opinión, muy recomendabledurante un viaje por Turquía.
Testigo de una época histórica poco conocida, Kayakoy conserva construcciones abandonadas hace ya casi un siglo. Tras la guerra de la independencia turca y diversos acuerdos en Génova (año 1923), Turquía y Grecia sostuvieron intercambios masivos de población. Kayakoy, pueblo de mayoría greco-cristiana, ha quedado vacío. La ciudad permanece unida a la montaña, viendo pasar el tiempo sobre ella.
Muchos describirán Kayakoy como un "pueblo fantasma". Lo cierto es que tiene una atmósfera particular. Cientos de casuchas resisten la intemperie en medio de este paisaje mediterráneo. No tienen techo ni ventanas: solo algunos ladrillos que evocan las estructuras de antaño. Algunos restos de color ayudan a dar rienda suelta a la imaginación. Aquí reina una poética decrepitud.
Kayajoy constituye una reminiscencia de la realidad del pasado. Se recomienda visitarla a lo largo de un viaje por Turquía. Dos iglesias que datan del siglo XVII siguen aún en pie. Además de las viejas piedras, me gustó particularmente el olor de la hierba seca, omnipresente en este entorno en ruinas.