Algodón y sombreros negros
Salí muy temprano de Jiva y comencé la aventura con la travesía del mítico río Amu Daria. También fue la primera excursión fuera de las ciudades del circuito. Abrí bien los ojos y contemplé los paisajes de la entrada de Karakalpakistán, conocida por ser la región de los hombres con «sombrero negro», lo cual corroboraron todos aquellos con los que me crucé. Comenzamos la travesía de un desierto rojo, rodeado de campos donde se cultivan el algodón, el arroz y el maíz.
Después se vislumbraron las qalas en el horizonte, nuestro destino para ese día. Kizil Qala, Ayaz Qala y Toprak Qala, antigua capital de Corasmia, son unas fortalezas de barro cocido construidas aproximadamente en el siglo I a. C. y abandonadas más o menos en el siglo VII de nuestra era. Aún están bien conservadas porque la tierra que las tapaba las protegía hasta que se descubrieron en 1938. Sin embargo, si quieres verlas en tan buen estado date prisa, porque se están deteriorando rápidamente por el turismo y la lluvia.
Son lugares absolutamente fascinantes, gigantescos, donde aún es posible comprender cómo se estructuraba la ciudad. Los tres emplazamientos están bastante cerca, pero te recomiendo que pases cerca de una hora en cada uno acompañado por un guía, que seguro que te dará información muy interesante sobre la historia y el funcionamiento de estas preciosas qalas. Concretamente en Toprak Qala, descubrirás patios interiores, nichos decorativos, las estancias de la familia real, armerías, así como tres grandes salas: la sala de los reyes, la sala de las victorias y la sala de los guardas negros.
Una noche en una yurta
Si te apetece, tras hacer esta ruta para ver las qalas, podrás pasar la noche en una yurta en mitad del desierto para familiarizarte con la vida nómada. Los propietarios de la yurta también podrán organizar una ruta a caballo hacia el lago Ayaz Koul, muy cerca de la fortaleza. De todas formas, lo mejor es que te informes, ya que según la temporada de tu viaje eso será posible o no. Como yo fui a Uzbekistán en pleno invierno, cuando hay pocos turistas, por desgracia las infraesructuras de alojamiento aún no estaban abiertas. Así que mi día acabó volviendo a Jiva.
