Geghard es un monasterio construido en el siglo IV y que posteriormente se quemó durante las invasiones árabes. Este monasterio constituye un increíble emplazamiento religioso situado bajo un impresionante acantilado rocoso que parece fundirse con las piedras del monasterio. Las dos iglesias que alberga en su interior fueron construidas en el siglo XII y son absolutamente asombrosas, con increíbles inscripciones talladas en los muros de piedra.
Geghard fue uno de los emplazamientos que más me impresionó de todo el país y que, desde mi punto de vista, es el que mejor representa un viaje por Armenia. Allí, en medio de la nada, al final de un camino a medio asfaltar y en un paisaje árido e inhóspito, encuentras una auténtica joya: un monasterio que parece no pintar nada ahí y que, por tanto, le aporta un toque de magia a un viaje por Armenia.
Entre todos los monasterios que visité en mi recorrido por Armenia, el de Geghard es el que más me impreisonó. Una parte del edificio y de las salas ha sido excavado en la misma roca, lo que le brinda al sitio una arquitectura y una atmósfera casi mágicas. Allí nos encontramos con una fuente que fluía por las salas del monasterio y a la que los fieles acuden para orar. Para llegar a esta fuente, hay que pasar por una sala muy ornamentada con grabados que representan a leones y cruces armenias, iluminados por un rayo de luz procedente de una abertura perforada en el techo. La sala principal está llena de cientos de velas encendidas permanentemente por los peregrinos.
Por otra parte, el complejo monástico de Geghard fue construido en un valle bastante profundo por donde circula un río. Después (o antes) de la visita, puedes ir a refrescarte cerca de este punto de agua que se ha colocado a la sombra de un nogal.
Mi llegada a Geghard me ha transportado literalmente. Desde Erevan, había visitado al principio el templo antiguo de Garni, cuyo entorno es sensacional, pero que me había dejado bastante frío. Después de haber subido el valle de Azat hasta este festival de acantilados que forma el circo natural de Geghard, descubrir este monasterio encaramado a lo alto de su valle perdido me dejó un aire de espiritualidad rondando por mi cabeza.
Allí te espera una fortaleza construida con piedras desgastadas, solitaria, al pie de los acantilados, en el que sobresale el capanario de pátina de la iglesia de San Astvatsatsin. Cuando uno entra en el recinto del monasterio de Geghard, que se remonta al siglo XIII, la iglesia se revela con todo su esplendor. Los ornamentos orientales tallados en la fachada y alrededor de las puertas son magníficos. Las numerosas cuevas y los khatchkars (cruces adornadas armenias) talladas en la cima del acantilado coronan esta estética mineral.
Pero es el interior de la iglesia de San Astvatsatsin lo que más me conmovió. Muy sombrío, aunque bañado por la luz de los haces que se filtran suavemente del exterior, conseguido sobre todo mediante excavación en la misma cueva. La austeridad de su decorado hace resaltar sus hermosos elementos decorativos: khatchkars, bajorrelieves con dos impresionantes leones, todo ello tallado en la roca sólida. ¡Un tesoro!