
Desembarcar en Livingston después de haber descendido por el río Dulce da la impresión de haber cambiado de país ya que sus características son muy diferentes de todo lo que había podido ver hasta ese momento en Guatemala. Tantas cosas por descubrir...
Mostrando la apariencia tranquila de un pueblo, Livingston es un verdadero enclave. Accesible únicamente por barco – mayoritáriamente en lanchas – mejor no ser de los que se marean si uno tiene previsto aventurarse a ir allí. Este aislamiento ha permitido a este pequeño puerto deportivo guardar su autenticidad, mostrando un fuerte contraste con el puerto comercial de Puerto Barrios (el más importante de la costa caribeña), en el que abundan los contenedores cargados de bananas con destino a los Estados Unidos. La espesa selva que rodea Livingston también impide desarrollar una buena comunicación terrestre con el interior de la región y del país. Así, seguramente es más fácil (y rápido) llegar a Belmopan, la capital de Belize, que a Ciudad de Guatemala.
Pero este aislamiento físico permite también y, sobre todo, a los habitantes de Livingston conservar la cultura garifuna que les es propia. También presente en Belize, Honduras y el Salvador, el pueblo garifuna tiene su origen en el siglo XVII en la isla de San Vicente en las Antillas, donde los esclavos africanos se mezclaron con las poblaciones locales. Se encuentra también esta influencia en los ritmos frenéticos de la música garifuna que dan casi la impresión de estar en África. Con un poco de suerte, podrás escuchar el sonido de los instrumentos (tambores, maracas y caparazón de tortuga, entre otros) al pasearte por las calles de Livingston o, en su defecto, en el centro histórico de Ciudad de Guatemala. Será, igualmente, la ocasión de escuchar el garifuna, uno de los veintitrés dialectos que se hablan en Guatemala además del español. De origen arawak, el garifuna no está considerado como una lengua maya. Es de destacar que la lengua, la danza y la música garifunas han sido incluidas en el patrimonio cultural inmaterial de la humanidad por la UNESCO.
No hay muchos enclaves turísticos en los alrededores de Livingston y lo que atrae de la región es, sobre todo, su manera de vivir. Para los viajeros que buscan un descanso, te adaptarás rápidamente al ritmo de vida local y no dudarás en abusar de las hamacas que se encuentran fácilmente por todas partes. Si sueñas con playas paradisíacas, te decepcionarás si te quedas en los alrededores de Livingston porque no te hará falta mucho tiempo para darte cuenta del deplorable estado del litoral, en el que una gran cantidad de desechos cubre la arena. Aléjate para ir a playas de arena blanca más protegidas. En la costa del Caribe, la arena no es de origen volcánico y contrasta con la arena negra del Pacífico. Por último, ¿cómo irse de Livingston sin degustar las especialidades culinarias locales? Te recomiendo el célebre "tapado", deliciosa sopa de pescado y marisco cocinada con leche de coco.
El clima es incierto durante todo el año, mejor pon la suerte de tu lado y evita visitar Livingston en la estación de las lluvias. Eso haría aun más caóticas las numerosas travesías en lancha...