Cuando estuve de viaje por Guatemala, vine a Santa Catarina Palopo el 25 de noviembre. Es todo un espectáculo lleno de colores. Las mujeres se engalanan con los huipiles (blusas tradicionales) más bonitos que tienen, con bordados por todas partes y en todos los tonos de azul. Cada pueblo viste sus colores con orgullo. Muchos llevan en la cabeza un tocoyal, una especia de turbante decorado que se enrolla sobre sí mismo formando una torta.
Nosotros pudimos asistir a la procesión y había una orquesta que tocaba canciones tradicionales muy complicadas (trompetas, saxos, guitarras y xilófonos de madera). La gente va para pasárselo bien y la fiesta suele prolongarse hasta el día siguiente.
El pueblo sufrió unas inundaciones horribles que destruyeron varias casas. Los habitantes estuvieron aislados del resto del mundo durante varios días porque una parte de la carretera también quedó destruida. Todavía quedan restos visibles de las inundaciones, pero a pesar de todo los habitantes han sabido seguir adelante con la mejor de las sonrisas. Todos estaban encantados de que estuviésemos allí con ellos, orgullosos de poder compartir con nosotros la celebración en honor a su Santa.
Siempre que voy a Santa Catarina Palopó, enseguida me siento en contacto con la naturaleza, mucho más que en otros lugares del lago Atitlán. Allí uno puede encontrar la paz que busca y recargar las pilas, ya sea un nativo o que necesite hacer una pausa en su viaje por Guatemala.
Desde este pueblo, se pueden observar las vistas más hermosas de la zona del lago y los volcanes. El pueblo cuenta con varios hoteles ecológicos y hoteles con mucho encanto, donde el lujo y la comodidad harán que la habitación más barata te cueste unos 154 $. Pero si tu bolsillo se lo puede permitir, merece mucho la pena.