Me encanta pasear por las callejuelas de la medina y a lo largo de las murallas. La antigua presencia colonial española es aún visible: la medina tiene cierto aire de ciudad andaluza, con sus rejas de hierro forjado en las ventanas y los menús de los restaurantes repletos de tapasy paellas.
Es un lugar pintoresco, con sus casas de fachadas encaladas de un blanco deslumbrante, reforzado por una paleta infinita de azules en puertas y contraventanas. Incluso se pueden ver frescos decorando algunos muros. ¡Una imagen realmente fotogénica! Asilah es famosa por sus galerías de arte y sus centros de exposiciones, entre los que se cuenta el Centro Hassan II de Encuentros Internacionales.
Pero si prefieres las playas de arena dorada, acércate en primavera a la playa del Paraíso, a 3 kilómetros al sur de Asilah. En verano, las playas están abarrotadas.
Estaba en Tanger para pasar algunos días tras dos semanas en Andalucía y todo el mundo me aconsejaba pasar un día en Asilah, que está a unos cuarenta kilometros de distancia. Tras una hora apretujada en un taxi colectivo, al final de la mañana por fin llegué a Asilah. La ciudad antigua, la medina, es toda azul y blanca y es conocida por sus artistas locales. En efecto, no es raro encontrarse obras de street art y ser invitado a entrar en las diferentes galerías.
Paseé por las murallas que bordean el océano Atlántico y me perdí en sus callejuelas. La ciudad es bastante turística y los vendedores de recuerdos también abundan. Como la medina no era muy grande, decidí ir a una playa, aparentemente muy bella, situada 5 kilómetros y que, sorprendentemente, cambia de nombre en función del idioma utilizado: « Cueva de los manos » en español o « Paradise beach » en inglés.
¡5 km no es mucho pero, sin embargo, el acceso es muy complicado! Los taxis piden un precio demasiado elevado pues nos llevan, nos esperan y nos traen de vuelta. Conocí a un marroquí que me propuso ir con él, olía a timo a lo lejos pero me lancé a la aventura ¡porque tenía muchas ganas de descubrir esa playa! Finalmente la playa era agradable pero sin más, y además el cielo se cubrió e incluso hizo fresco. Bueno... Me quedé un rato y después encontré a varias personas que volvían a Asilah y que aceptaron llevarme de vuelta. ¡Afortunadamente, porque sin ellos quizás todavía estaría allí!