Cuando el taxi atravesó el puerto y la vi proyectada sobre el valle, Chefchaouen fue como una aparición. Enclavada en un valle y rodeada de altas montañas en cuyas laderas se asienta la ciudad, Chefchaouen es una auténtica maravilla que hay que visitar sin duda alguna en Marruecos. Pasear por su entramado laberíntico de callejuelas pintadas de azul (desde el suelo hasta los murallas y las paredes de las casas) es muy relajante y os ofrecerá una gran cantidad de imágenes típicas muy fotogénicas. No sorprende, por tanto, que los turistas acudan en masa a esta pequeña ciudad del norte de Marruecos.
Sin embargo, con la cantidad de turistas y mochileros que van allí, cuesta imaginar que la ciudad estaba prohibida para los cristianos (bajo amenaza de pena de muerte) y que esta prohibición no se levantó hasta principios del siglo XX. ¡Una parada indispensable en cualquier viaje a Marruecos!
Durante este viaje a Marruecos, a nuestra llegada a Chefchauen, preguntando el camino conocimos a Mustafá, que hablaba muy bien nuestro idioma y nos ofreció llevarnos a su ciudad. ¡No pudimos tener más suerte!
Un paseo por los zocos, el mercado colorido, ¡deleitamos nuestra vista y también nuestro olfato! Los puestos están llenos de verdura y fruta fresca, cultivada en la montaña y transportada por las mujeres bereberes. Cuando se ha vendido todo y termina el mercado, las mujeres van al hammam para quitarse el polvo.
Después, recorrimos el antiguo barrio español, el de las casernas, y llegamos a la medina. Mustafá nos explicó que cada etnia pinta sus persianas de manera diferente, lo que permite saber el barrio en el que estás: el azul es para los andaluces, el verde para los bereberes y el marrón o el amarillo para los judíos. Descubrimos estos distintos sectores que rebosaban encanto.
Guardo un buen recuerdo de mi estancia en esta ciudad del norte de Marruecos, y una anécdota especialmente divertida. A la llegada a Chefchaouen, buscando hotel, optamos por el más barato, igual eso explica lo que sucedió a continuación.
El dueño del hotel vino y se sentó en nuestra cama con una bolsa en sus manos. Iba vestido con la chilaba marrón tradicional, y encapuchado, apenas se podían ver sus ojos. Era simpático, pero en ese momento estaba claro que no se encontraba en su estado normal. Sacando una pequeña cuchara, comenzó a mostrarnos lo que llevaba en su bolsa. Su mano temblaba tanto que esparció la mitad del contenido sobre la cama. Cuando entendimos de lo que se trataba, le dimos a entender amablemente que no estábamos interesados y tras encogerse de hombros, se fue, llevándose sus sustancias ilegales consigo. ¡Primera vez que alguien me ofrece droga de forma tan directa! Atención; Chefchouen es famoso y "buscado" por su producción de marihuana, detalle que aprendí allí mismo.