Ulán Bator es una ciudad feúcha, una mezcla de edificios soviéticos, rascacielos al más puro estilo neoyorquino y yurtas en las zonas periféricas. El centro es bastante chico, pero tiene de todo: restaurantes, pensiones, cibers, centros comerciales... Como en cualquier otra capital. Si sales del centro, empiezan a extenderse barrios y más barrios, tristes y sombríos. Las carreteras son horrorosas y, a veces, ves gente saliendo de las alcantarillas... Son tan, tan pobres, que se ven obligados a vivir en sitios así de sórdidos en busca de calor.
A todo alrededor de Ulán Bator se concentran las yurtas. Recuerda mucho a los barrios de chabolas. Se trata de antiguos nómadas. Después de un periodo de mucha sequía, no les quedó otra que hacerse sedentarios y buscar fortuna por otras vías.
Es imposible visitar Mongolia sin pasar por Ulán Bator. Y es que no te puedes mover de un sitio a otro si no alquilas un todoterreno con conductor, una moto o una autocaravana. Todos los trayectos en autobús salen de la capital y vuelven a la capital. Se hace muy pesado y se pierde muchísimo tiempo. Aprovecha las escalas en la ciudad para ir a los museos. Así sabrás más sobre este gigante que en tiempos remotos fue un gran imperio, gracias a las conquistas del famoso Gengis Khan. Otra visita interesante es el monasterio de Gandan, el más grande de Mongolia.
Seguro, seguro, que Ulán Bator no va a ser lo más bonito que veas durante tu visita a Mongolia. Pero no importa mucho. Estamos en uno de los pocos países a los que uno llega sin intención de ver ciudades y monumentos. Son otro tipo de cosas las que nos esperan.
Pero conviene aprovechar el paso por la capital para recibir información y servicios de los que ya no dispondrás cuando te hayas internado en la estepa. Antes de irte, ocúpate de todos los asuntos prácticos, como obtener permisos de entrada a los parques naturales, sacar o cambiar dinero, conseguir mapas para las excursiones, etc.
A nosotros nos sobró un poco de tiempo, así que fuimos al monasterio budista de Gandantegchinlin, que vuelve a funcionar después del parón de la época comunista. También dimos un paseo por las calles de la ciudad. Aparte de eso, te aconsejo aprovechar la estancia en la capital para disfrutar de una última comida diferente. Allí puedes probar comidas de todo el mundo, pero después estarás confinado/a a comer cada día comida mongola, muy repetitiva.
Al llegar aquí en solitario y alojado lamentablemente sólo en un tour cerca de Black Market, me costará olvidar mi primer día en Oulan Bator, con su fuerte carácter que te empuja más allá de tus límites.
Hoy, después de 8 viajes a esta ciudad, todavía no me he cansado de ella: me sigo perdiendo en este mismo mercado, deambulando por los muestrarios de arreos para caballos, oliendo el cuero, sus redes hechas de tripas, sus cuerdas de pelos, probando los numerosos suéteres de lana de yak o los Del multicolores. Fui siguiendo el olor de los pinchos morunos y las cantinas del mercado que ofrecen deliciosos raviolis de cordero...
Siempre me hace gracia comprar un cigarro individual, mientras espero la llegada imprevisible de un autobús abombado y hacinado, con un destino incierto. Me gusta soñar frente a los conjuntos de joyas de las princesas mongoles del Museo Nacional, caminar por los polvorientos barrios cercanos al monasterio de Gandantegchinlen o los del río Tuul, comprar una entrada para ver el nuevo espectáculo del "National Song and Dance Ensemble" u otro del Palacio de la Lucha, para ir a animar a los contendientes, con un físico impresionante en su diminuto conjunto azul y rosa. No me canso de mirar a la gente mayor, con sus trajes tradicionales, caminado con orgullo por la plaza Sükhbataar Square ni de ir a bailar en una de las discotecas subterráneas...etc. En resumen, hay bastantes cosas que hacer en UB (su nombre de pila), en cuanto a Nadam, creo que es un lugar indispensable que hay que ver al menos una vez...