La playa de Mirissa, como la mayoría de las playas del sur, es impresionante. Al caer la noche, los numerosos restaurantes que hay a la orilla del mar se iluminan, y suena música reggae de fondo. Elige tu pescado fresco en alguno de los muchos puestos que hay junto al mar y disfrútalo con los pies metidos en la arena.
Si eres un amante de la naturaleza y de la fauna marina, seguramente vayas a Mirissa para hacer una excursión de avistamiento de ballenas. Presta atención al elegir el medio de transporte, porque las excursiones marítimas se han convertido en una auténtica industria que pone en el peligro a los mamíferos marinos. Yo me subí a un barco que ofrecía circuitos respetuosos con el medio ambiente y con los cetáceos. Es un poco más caro, pero no te arrepentirás.
Al caer la noche, puede que te cruces con pescadores de langostas, que se adentran en las aguas negras para pescar al arrecife, con una linterna frontal como única iluminación.
Si siempre has soñado con playas de arena blanca y palmeras cocoteras, con puestas de sol románticas y fondos increíbles para bucear, tienes que ir a este paraíso de Sri Lanka. Aunque toda la costa sur es muy bonita, para muchos turistas, Mirissa sigue siendo el destino costero por excelencia.
Personalmente, la estancia en Mirissa me pareció muy acertada, porque es de allí de donde salen los barcos para ir a ver las ballenas, delfines y tiburones.
En resumen, Mirissa es una pausa muy reponedora durante un viaje por Sri Lanka. Por contra, si pasas el día en la playa, seguramente la paz se romperá de vez en cuando por culpa de algún vendedor ambulante, ya que suelen ponerse bastante pesados.