Playas de arena fina, restaurantes de pescado a la plancha y excursiones para avistar ballenas: esos son los atractivos de Mirissa.
Si te apartas de la animadísima playa principal, podrás encontrar un montón de calitas preciosas y muy tranquilas y pasar la noche en alguna de las pequeñas guesthouses al borde del mar.
Entre diciembre y abril pasan por Mirissa muchas ballenas en plena migración. Observarlas te aportará, sin duda, un momento mágico y un recuerdo imborrable.
Si te interesa la historia de Sri Lanka, te va a encantar también el casco viejo de Galle. El fuerte, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es el legado más importante de la época colonial. Deambular sin rumbo fijo por las callejuelas pavimentadas de esta ciudad única en Sri Lanka es todo un placer.
Las callejuelas del barrio de Pettah prometen una experiencia inmersiva para el viajero, en el corazón del barrio más antiguo de la ciudad. Cada cruce y cada fachada te reservan su propio lote de sorpresas. Con tanto letrero de tanta tienda, hoy en día la arquitectura de esta zona casi ni se ve. Pero sigue siendo, con diferencia, uno de los barrios más interesantes de la ciudad.
Negombo, la ciudad costera más cercana al aeropuerto internacional de Katunayake, suele ser la primera etapa de los viajeros que llegan a Sri Lanka. Aunque el litoral está en la actualidad invadido de hoteles a lo largo de varios kilómetros, el sur de la ciudad aún reserva bonitas sorpresas.
El pueblo de Ella es uno de los puertos de montaña con más encanto de todo Sri Lanka. No tanto el pueblo en sí como sus alrededores. Ella se reduce a una calle principal, donde se concentra la actividad del pueblo. En menos de diez minutos, estarás en mitad de las montañas, en plena naturaleza o en medio de las plantaciones de té.
