No todos los itinerarios turísticos por Sri Lanka pasan por Trincomalee. Precisamente eso es lo que ha permitido que la zona haya permanecido inalterada.
Yo no esperaba encontrarme con playas amplísimas de arena fina y que no hubiera ni dios: unos cuantos turistas y, si acaso, algún pescador. El agua es cristalina, increíblemente azul, el palmeral llega hasta la playa, y ninguna construcción altera (de momento) aquel paraíso.
No tenía pensado bucear, pero no pude resistirme a una oportunidad así. Estuve siguiendo a un bebé tiburón de tres meses. ¡Quién se lo hubiera imaginado! Con la emoción de ir siguiéndolo, la crema solar se me olvidó por completo. Me llevé un bonito y doloroso recuerdo de aquel día...
La región de Trincomalee está muy retirada de Colombo. Son nada menos que diez horacas de tren, pero vale mucho la pena ir si buscas un itinerario fuera de lo habitual. Es mejor no coger el tren nocturno. Los vagones son viejos y están hechos polvo e infestados de cucarachas.
Una vez allí, te recomiendo la playa de Uppuveli, a varios kilómetros hacia el norte de la ciudad. La playa es una lengua de arena dorada que se extiende interminable entre el mar y los cocoteros. Otro paseo agradable es hacia la laguna. Me crucé con muchos pescadores que me ofrecieron excursiones. Al cruzar el brazo de mar di con un kovil hindú pequeñito y muy colorido que había frente al mar.
Un poco más allá estaba la playa de Nilaveli, bastante más explotada. A solo un kilómetro de la costa tienes Pigeon Island. Me encantó la calma reinante: estuve solo en la playa, observando tranquilamente a los tiburones, que se acercaban para frotarse con la arena. Si vas fuera de temporada, no habrá nadie más en tu hotel ni en la playa. ¡Perfecto si te va el rollo Robinson!