Una visita mística a las entrañas de la tierra.
Claustrofóbicos, ¡absteneos!
Tras subir unos cuantos escalones empinados, se accede a la gruta de Chiang Dao, una especie de galería en la montaña. A medida que se va avanzando, descubrimos un montón de estatuas y pequeños templos, que no habría podido entender sin que me acompañase un guía, pero que aun así son interesantes de ver.
Cuanto más nos adentramos en la gruta, el aire es cada vez más pesado y húmedo. Entonces, llegamos a la parte que solo puede visitarse con un guía y una linterna. Lo siguiente tendrás que descubrirlo tú solo, porque yo no me atreví a ir más lejos.
Los alrededores de la gruta se visitan a gusto con el frescor de los árboles. La gruta de Chiang Dao esuna etapa de esta región de Tailandia. Calcula medio día para la visita antes de ir a pasear a lomos de un elefante en alguno de los numerosos centros de alrededor.
Fui a hacer un circuito de 3 días en escúter en el Triángulo norte, a la salida de Chiang Mai. No tenía pensado pararme en Chiang Dao y fue una grata sorpresa. Me costó encontrar un alojamiento en la ciudad, pero los lugareños me echaron una mano.
La grata sorpresa fue el mercado matutino, donde se encuentran las etnias del norte de Chiang Dao (Hmong, Lahu, Akka). Es muy colorido e interesante, aunque no sonrían mucho. No te puedes perder la gruta, entre los templos y las montañas, todo ello cubierto por una bruma permanente. ¡Era magnífico! La visita, además, fue muy instructiva, a pesar del inglés aproximativo de la guía. Hay que hacer alguna acrobacia para entrar en los huecos de la gruta y poder seguir la linterna de la guía.
Lo mejor fue el ambiente natural y campestre de esta región, en contraste con el bullicio y el turismo del sur de Tailandia.
Lo peor es que en la gruta hay que pagar por todo: por aparcar, por entrar... ¡La visita tenía incluso una tasa de electricidad!