Shanghái no deja a nadie indiferente: los rascacielos del Bund y el barullo de la avenida de Nankín son claros ejemplos del dinamismo de la ciudad. Pero a la vez te impregnas de la esencia de China al pasear por los patios interiores y Lilong, con sus callejuelas empedradas, típicas de la ciudad. Shanghái es, finalmente, una ciudad famosa por su gastronomía: todo un placer para el paladar
Lijiang es probablemente el lugar más conocido y más turístico de Yunnan por una buena razón: la extensa ciudad antigua es una etapa tradicional de la “Ruta del té y de los caballos”y actualmente se encuentra en bastante buen estado de conservación. Lamentablemente se ha convertido en una ciudad muy turística. Pero no te preocupes, a continuación te presento mi plan anti-decepción por si quieres ponerlo en marcha durante tu visita a Lijiang.
¡No es fácil ser un turista responsable en China! El medio ambiente sufre, como en cualquier otro lugar. Los edificios históricos son destruidos, en beneficio de pálidas copias de hormigón, y los chinos organizan visitas en grandes grupos, que son llevados de un punto a otro por un guía gritando por un micrófono... ¡Ay! Utiliza el sentido común y ¡elige otro tipo de turismo!
Aunque Suzhóu está en pleno auge económico, el centro de la ciudad ha sabido conservar su autenticidad. Es maravilloso descubrir los bellísimos jardines chinos, pero también el Templo del Norte, la Colina del Tigre y el Museo de la Seda. Apodada como la "Venecia de Oriente" por sus numerosos canales, hay que disfrutar de su pausado ritmo de vida y detenerse en Pingjiang Lu o en Shantang Jie Lu Pingjiang, entre las visitas.
Una encantadora localidad al borde del río y una villa preservada que posee una magnífica "segunda muralla china", destinada a proteger a la población de los miao. ¡No te pierdas la agradable ciudad de Fenghuang!
También llamado Wulingyuan, el parque Zhangjiajie cubre una parte de las montañas de Wuling. Podrás pasear a lo largo del río Jian Bian Xi y descubrir los magníficos paisajes de Shen Tang Wan.
China conserva zonas rurales excepcionales. La provincia de Guizhou, al sur, es un buen ejemplo. Es un destino cultural y estético donde acercarse a las minorías étnicas, con ornamentos muy elaborados, y descubrir unos paisajes preciosos, entre valles sorprendentes. Alejados de las tempestades urbanas, os veréis inmersos en un clima contemplativo.
¿Qué sería Shanghái sin el Bund? Probablemente, algo así como París sin los Campos Elíseos. La vista desde lo alto de los edificios ubicados en la ribera del río Huangpu es para mí uno de los símbolos de la China contemporánea. Entre su arquitectura y su mestizaje cultural, se puede decir que este lugar es un libro abierto que narra la historia de la ciudad.
Enclavado en el noroeste de Sichuan, el pueblo de Tagong me pareció un remanso de paz, perdido en mitad de las estepas de la meseta tibetana. Es un cambio total de escenario que deja a cualquiera alelado. Y es que las tierras tibetanas tienen unos colores sorprendentemente vivos.
¡La Gran Muralla China es tan larga (unos 20 000 km) que hace que sea muy difícil elegir en qué tramo visitarla! Para ello lo mejor es escuchar las recomendaciones de los chinos. Nadie conoce mejor que ellos su patrimonio. ¡Ni que decir tiene que este increíble monumento es uno de los grandes orgullos nacionales!