En Italia hay un turismo masivo, y en todos los lugares donde estuvimos en agosto hay tantos turistas que resulta agobiante, por ejemplo, en el Vaticano, los museos, la capilla sixtina no tiene aire acondicionado hay masas de gente, hubo turistas que se desvanecieron. No hay un control adecuado de la cantidad de personas que admiten. Lo que prevalece es el beneficio económico al margen del bienestar de las personas al visitar los lugares de interés. Por ejemplo, en Sirmione, la policía tuvo que acordonar el centro, se sentía como una lata de sardinas, lo acordonó cuando ya había demasiadas personas.