
Para desconectar del tráfico de Antananarivo y respirar aire fresco a la vez que descubrir otra faceta de Madagascar, fui con unos amigos a Antsirabe. Llegamos a nuestro destino después de 3 horas de taxi. Nos dirigimos al centro de la ciudad a pie para familiarizarnos con el ambiente, elegir hotel y salir a pasear por las calles. ¡Qué tranquilidad! Aquí, la mayoría de los taxis han sido sustituidos por rickshaws, el transporte local más preciado. La ciudad tiene el récord de rickshaws en el país.
Antsirabe, creada en la época colonial, es una ciudad termal, balneario preferido de los colonos. Hoy, los baños todavía están abiertos, y la ciudad tiene un cierto encanto, especialmente gracias a su arquitectura. Cruzamos la ciudad bajo los árboles que bordean las avenidas. La antigua estación de tren, la iglesia, la oficina de correos... todo aquí está un poco desgastado, dándole a la ciudad este ambiente especial, de otra época.
Después de un día recorriendo la ciudad, decidimos al día siguiente visitar la zona en bicicleta de montaña. Debido a su clima y a su geografía, la región es idónea para el senderismo y la bicicleta. Después de alquilar nuestras bicicletas y tener clara la ruta sobre el mapa, salimos en dirección al lago Trivitra, a 17 kilómetros de Antsirabe. Decidimos pasar por el lago Andraikiba (a 7 km de la ciudad). Es un sitio agradable y el momento para ir en bici era perfecto: nuestra estancia se auguraba bastante deportiva. Alrededor del lago hay tiendas que venden piedras preciosas, es uno de los reclamos de Antsirabe.
Después de una pista empinada y llena de baches, llegamos al lago Trivitra, donde la vista es magnífica. De origen volcánico, el agua del lago es de un hermoso color verde-azul. Si te fijas, verás que casi tiene la misma forma que Madagascar. La leyenda cuenta que dos enamorados cuyas familias no aceptaban su romance se arrojaron a este lago. El lago es considerado un sitio sagrado.
Después de caminar a través de las colinas y los campos de arroz, volvimos a Antsirabe para una actividad que estaba esperando ansiosamente: la comida. Hay una explicación: la ciudad es muy conocida por su gastronomía alrededor del pato. Hay foie gras, confit, magret... Siendo como soy de una región al suroeste de Francia cuya especialidad es el pato, era obligatorio que probase todos estos productos.
El resultado estuvo a la altura de mis expectativas. Recomiendo especialmente el delicioso magret de pato con pimienta verde de Madagascar.