Mi recorrido por Europa central terminó en Eslovenia, por lo que me pareció esencial pasar algunos días en Liubliana. Pasé mi primera noche en un albergue juvenil que daba directamente sobre los muelles, iluminados por la noche. En este establecimiento pude conocer a otros viajeros; desde allí nos dirigimos al barrio animado de Trnovo, lugar estudiantil, para beber unas cervezas.
Al día siguiente conocí a Masa, quien sería mi "couchsurfer" aquella noche. Me enseñó el centro histórico de la ciudad, así como su castillo (es muy bonito el mirador sobre los tejados naranjas del casco antiguo y el río), y luego paseamos por los muelles del Liublianica. Pasé un rato muy agradable; la gente era simpática y todavía hacía buen tiempo (era a principios de octubre); vi mercadillos por todas partes... La ciudad no es muy grande y se puede recorrer enteramente a pie, lo que resulta muy agradable.
Por la tarde me llevó a comer goulasch (pensaba que se trataba de un plato húngaro, pero al parecer se cocina por toda Europa central) y bebimos unos cócteles. Los Alpes me esperaban al día siguiente, ¡hasta pronto, Liubliana!
Liubliana es una ciudad de tamaño manejable. Se recorre rápidamente, pero aun así reserva muchas sorpresas. Sobre todo me gustó descubrir el ambiente de la ciudad a orillas del río Ljubljanica. Allí podrás descubrir varios puentes, cada uno con sus propias características.
Durante tu visita a Eslovenia, no te puedes perder el Tromostovje (el triple puente). Esta obra de Joze Plecnik que data de 1931 se encuentra en el centro de la capital. Con una arquitectura bastante impactante, también me sorprendió ver que una nutria había decidido vivir justo debajo.
En mi mente, Liubliana se asocia con los dragones alados. Podrás verlos en el puente Zmajski Most (el puente de los Dragones). Estas elegantes esculturas pintadas de verde se erigen majestuosamente en la ciudad y, efectivamente, son el símbolo de la misma.
Hay algo eminentemente vienés en Liubliana, la capital y mayor localidad de Eslovenia. Es como una ciudad de casitas de muñecas donde todo está en miniatura y, por eso, tiene muchísimo encanto. Llena de vida, verde y acogedora, Liubliana tiene un centro espectacular con sus callecitas peatonales, sus preciosos edificios clásicos, sus plazas llenas de cafés con terraza y su minúsculo río de aguas turquesas cruzado por puentes igual de pequeños pero con una arquitectura impresionante.
Por eso te aconsejo que vayas a Liubliana y que te quedes al menos unos días durante tu viaje por Eslovenia, ya que, además, aunque la ciudad a veces tiene un aire un poco burgués, cuenta con una gran vida nocturna, a menudo oculta en sus muchos bares subterráneos, donde se reúne la población estudiantil. ¡Una buena experiencia!