
Nos encontramos en la provincia de Shaanxi. Este lugar vivió su máximo esplendor entre el siglo XI a. de. C. y mediados del siglo X. Anteriormente llamada Chang’an, se trataba de una de las grandes metrópolis del mundo y en ella finalizaba la Ruta de la seda, una importante vía de intercambio comercial entre los pueblos chinos, bizantinos, turcos, persas... En estos años se sucedieron 13 dinastías, pero fue la dinastía Tang la que estableció en ella la capital del imperio.
Los amantes del patrimonio opinarán que esta ciudad debería seguir siendo actualmente la más importante del país. En cualquier caso, hoy en día no es solo uno de los principales focos turísticos del país, sino que además se trata de una de las ciudades más importantes en el ámbito industrial, tecnológico, universitario y científico.
Hace algunos años, tuve la oportunidad de admirar en la Pinacoteca de París una exposición acerca del fantástico patrimonio cultural de la ciudad de Xi’an. Mucho tiempo después, por fin he podido conocer la obra en persona.
El monumento debe su descubrimiento a M. Yang, un ciudadano local que estaba cavando un pozo en la plaza del pueblo y cuyo pico se clavó en un extraño objeto que parecía ser un vestigio de una civilización anterior. M. Yang decidió comunicar su hallazgo a las autoridades y a partir de ahí todo cambió para siempre. Tras los trabajos de excavación, se descubrió un ejercito imperial esculpido en terracota con una cantidad asombrosa de soldados. ¡Como es lógico, un tesoro como este llevó a la ciudad de Xi’an a ser conocida en todo el mundo!
Se trata de un mausoleo realmente impresionante. Más de 7000 estatuas de tamaño natural alineadas hasta más allá de lo que la vista alcanza a ver. Recuerdo que algunos turistas solo permanecían unos pocos minutos en aquel foso, algo que no logro comprender. En este lugar es fundamental observarlo todo con detenimiento y fijarse en todos los detalles, ver los rostros de los soldados, todos diferentes, sus ropa esculpidas en función del rango y, en general, impregnarse de la inmensidad de una obra de tal magnitud. Seguramente habrás visto reproducciones y fotos de estos soldados, pero no pienses que por ello puedes prescindir de esta visita. Observar esta obra en persona es el único modo de llegar a comprender la verdadera grandeza de la misma.
El emperador Qin Shi Huang había unificado China y deseaba pasar la historia dejando un testimonio discreto pero a su vez épico. ¡Logró su objetivo!
Sin embargo, Xi’an es más que su majestuoso ejército. Sus templos y los baños termales de Huaqing merecen realmente la visita, así como otros muchos lugares históricos de la ciudad.
Xi’an tiene todo lo necesario para satisfacer a los visitantes más exigentes. Es fundamental caminar sobre la muralla para apreciar su fantástica arquitectura. Se encuentra en perfecto estado de conservación y está protegida por un foso que impresiona por su gran tamaño y sus tranquilas aguas. ¡Me encantó recorrer la muralla en bicicleta, lo recomiendo!
La Gran Pagoda del Ganso Salvaje me gustó mucho por la cantidad de leyendas antiguas que hay entorno a ella. Construida durante la dinastía Tang, es el emblema del rico patrimonio de Xi’an. Su elegancia y su estructura, perfectamente diseñada, hacen de ella un lugar en el que es muy agradable estar. Invita a soñar a sus visitantes.
Con tal cantidad de maravillas, en mi opinión, el resto de monumentos de alrededor pasan a un segundo plano: el yacimiento arqueológico de la ciudad de Banpo, con ruinas de hace más de 6000 años, el Museo del Bosque de Estelas o la Gran Mezquita, construida en el año 742. Hay muchos monumentos para visitar, podrás elegir los que prefieras.