Cuna de la civilización china y, durante mucho tiempo, centro cultural y económico del país e incluso del continente asiático, ya no tiene demasiado interés de por sí, aparte de algunos vestigios de su pasado glorioso.
Si aun así merece la pena visitar Luoyang es sobre todo por estar cerca de dos sitios importantes: el templo del Caballo Blanco y las famosas cuevas de Longmen. El primero es nada más y nada menos que el primer templo budista de China, fundado en el siglo I y aún activo, mientras que el segundo, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, representa el apogeo del arte chino en relación con la religión budista.
Luoyang también es famosa por cultivar la peonía, flor emblemática de la ciudad, y cada año celebra un festival dedicado a esta flor.