A priori, Milán no me atrae mucho. Es una ciudad grande, cara y demasiado «fashion»... No obstante, he podido visitar la ciudad durante unos días, después de pasar tres meses en un pequeño pueblo alpino. ¡Un poco de vida urbana no me vendrá nada mal! Por tanto, paso en Milán 3 días y 2 noches y creo que he elegido bien la ocasión: llego en plena Semana de la Moda, el teatro de La Scala presenta un nuevo espectáculo (el ballet de Don Quijote) y se inaugura una exposición sobre Chagall en el Palazzo Reale. ¡Ah! ¡Y además hay un festival de música jazz al aire libre por toda la ciudad! Tengo con qué entretenerme.
El centro de Milán no es muy grande (o al menos es más pequeño de lo que me había imaginado) y aprovecho para visitarlo a pie (casi todo el tiempo). Visito la catedral del Duomo y la plaza con el mismo nombre, la galería Vittorio Emmanuele II, un conjunto de iglesias e incluso el cuadrilátero de la moda, que reúne todas las tiendas de lujo. Además, como es la Semana de la Moda hay mucho movimiento.
Visito también el barrio de los Navigli, una zona algo apartada del centro en la que hay largos y encantadores canales. ¡Merece la pena visitar este barrio, que tiene tiendas, cafeterías, restaurantes y un mercadillo durante el fin de semana! Está bien... Reconozco que Milán no está nada mal...
Milán no deja indiferente a nadie: esta ciudad provoca amor y odio a partes iguales, no dejando mucho lugar a una posición neutral. Milán, capital económica y financiera de Italia, es asimismo una de las más ricas metrópolis europeas. A pesar de este estatus, parece que la ciudad carece de historia, más encontrándose en Italia, donde hasta el pueblo más pequeño ofrece cascos históricos que harían sufrir un ataque de celos a cualquier destino de cualquier parte del mundo.
Más allá de la modernidad de la ciudad, debo admitir que aquí no me sentí particularmente bien. Capital mundial de la moda, del diseño y del shopping, que dicta las modas a escala internacional, me resultó excesivamente superficial y muy alejada de mi mundo y de mis intereses. Sin embargo, a pesar de estas críticas, Milán sigue pareciéndome un destino incontestable durante un viaje en Italia; cada cual deberá formarse su propia opinión.
Me gustó pasearme por Milan descubriendo su historia, especialmente en la piazza del Duomo, célebre plaza presidida por la famosa estatua del rey Víctor Manuel II. El Duomo es un monumento que me pareció fascinante, con su arquitectura gótica, sus estatuas de mármol (¡hay más de 200!), sus macizos pilares de piedra y sus vidrieras.
A algunos metros de la catedral, te recomiendo la galeria Victor Manuel, una espléndida galeria de cristal del siglo XIX, muy elegante, por la que me gustó deambular. La galería conduce a la Scala de Milan, la famosa ópera del siglo XIII, restaurada a principios de los años 2000. El lugar destaca por sus decoracioens en madera dorada, sus muros recubiertos con una bella tela, el damasco rojo y sus arañas de cristal que decoran la sala de conciertos.
Para ser completa, una visita de Milán debe incluir una parada en el castillo de los Sforza. Cuenta con 3 horas para la visita de esta inmensa fortaleza del siglo XVe rodaeada de fosos.