Descubrir un patrimonio clasificado por la Unesco
Capital cultural del país por excelencia, Dakar alberga playas, mercados artesanales (recomiendo el de Tilene), museos y excelentes cafés, además de salas de conciertos como Thiossane, conocida por haber recibido a Youssou N'Dour.
No dudes en visitar la zona con un guía, que podrá mostrarte los lugares que no debes perderte, como la pequeña costa de la playa, la ciudad de Rufisque o incluso el lago Rosa, a una hora en coche, que es la última etapa del París-Dakar.
Otra parada imprescindible al norte de Dakar es San Luis. Clasificada como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2000, es conocida como la "Venecia africana". Si eres un apasionado del jazz, es a donde debes acudir. Y si Casamance no es accesible durante tu viaje, las reservas de aves de los alrededores (los parques nacionales de la Lengua de Berbería y de las Aves del Djoud) satisfarán tu curiosidad sobre la fauna local.
Haz un viaje al pasado
Centro del comercio de esclavos de África occidental, la isla de Gorée es un famoso santuario de la diáspora africana que honra a sus antepasados. Ya sean nuestras raíces senegalesas o no, una visita a esta isla llena de historia evoca un pasado lamentablemente reciente y hace ser consciente del progreso de nuestra sociedad en términos de derechos humanos e igualdad. La Casa de Esclavos es una muy buena llamada de atención para visitar tanto solo como en familia.
Admirar la fauna y la flora de Casamance
Situado al sureste del país, Casamance es un lugar muy turístico, cuando la situación política lo permite, pero el flujo de visitantes no impide disfrutar de su vegetación tropical, su fauna (especialmente, si tienes la oportunidad de admirar los delfines) o, simplemente, de sus playas, mucho menos pobladas que las de la costa de Dakar.
Degustar la variada gastronomía de África occidental
Desde el thieboudienne (plato nacional arroz con pescado) al pollo yassa (marinado con cebolla), la cocina senegalesa ha experimentado numerosas influencias a lo largo del tiempo. El resultado es variado, muy rico (¡especialmente en los sabores!) y, frecuentemente, cocinado a fuego lento durante horas.
Si ya conoces el mafé de Mali, es obligatorio probar su versión senegalesa, muy diferente. Abusa del hibisco y del jugo de jengibre (común en toda África Occidental) y atrévete a probar el café Touba (aromatizado con pimienta negra).
Disfrutar de la buena vida de África
Si las olas de N'gor ha hecho famosas a sus playas, que atraen a surfistas de todo el mundo,
Senegal ha sabido conservar la sencillez y la autenticidad.
Las influencias culturales son muchas, el exotismo se mezcla con las referencias conocidas y propicia bonitos encuentros con los habitantes.
Los senegaleses son cálidos y no se han olvidado, a pesar de las oleadas de turistas occidentales, de disfrutar de la vida.