Me encanta Gorea,, una pequeña isla atemporal a unos veinte minutos en barco del frenesí de Dakar, donde los tubos de escape y los ruidos de la ciudad parecen un mal lejano. Lloré la primera vez que visité la casa de los esclavos. Es un lugar con un pasado trágico: testigo de primera mano de la trata de esclavos, sus paredes reflejan las cicatrices del pasado y arañazos en las mazmorras.
Después, me causó impresión el contraste entre el horror de la casa de los esclavos y el encanto anticuado de las callejas de la isla, la belleza de las antiguas fachadas coloniales pintadas en tonos pasteles y la amabilidad de sus habitantes.
Visité Gorea infinidad de veces durante el tiempo que trabajé en Dakar. Lo hacía para refrescarme en sus aguas de color turquesa y en sus pequeñas playas de arena fina, donde se pueden comer buñuelos de pescado. A veces terminaba mi visita a la isla subiendo al búnker que se encuentra en la parte alta de la isla, desde donde se puede admirar el océano Atlántico, que se extiende hasta el infinito, y la ciudad de Dakar, que se ve a lo lejos. Desde el bar "Bout du Monde" podrás disfrutar de la puesta de sol con una cerveza Gazelle bien fría en la mano.
Estando en la magnífica isla de Gorea, me resulta difícil imaginarme que este lugar con atmósfera paradisíaca (una pequeña isla con playas bucólicas, buganvillas en flor, malvas reales y barcas de pescadores que descansan en la orilla) haya podido albergar una atrocidad tan grande como el comercio de esclavos. Durante siglos, esta isla ha visto partir a miles de esclavos hacia las Américas, como moneda de cambio frente a las baratijas que traían de Europa en un contexto de comercio triangular.
Actualmente existen numerosos memoriales en la isla, como esta escultura de un esclavo que rompe sus cadenas. La isla tiene varios museos y retrospectivas que recogen la historia del lugar. Constituyen una visita obligada durante tu viaje por Senegal, ya sea durante una excursión de un día desde Dakar o haciendo noche en la isla.
Ir a la isla de Gorea es una visita obligada durante cualquier viaje por Senegal. Tiene una atmósfera realmente relajante: tranquilo, limpio y sin coches. Las coloridas casas, las calles 100 % enarenadas y el perfume de las buganvillas invitan a pasar el día sin hacer nada
Paradójicamente, el monumento más representativo de la isla sigue siendo un testigo dramático de la historia del lugar, la Casa de los Esclavos. La visita de este emplazamiento es impactante y muy conmovedora. Este edificio conmemorativo no sobrepasa los límites de voyeurismo ni los de la condescendencia.
Los habitantes son muy acogedores y si el tiempo te acompaña, podrás lucir pareo en la playa.