Para mí siempre es un placer ir a Joal-Fadiouth. El precioso puentecito de madera que atraviesa el océano y une los dos pueblos, la isla artificial de conchas, la calidez y hospitalidad de sus habitantes... Tiene todos los ingredientes para ofrecerte una experiencia maravillosa durante tu viaje a Senegal.
Suelo venir a este lugar para visitar la casa de Léopold Sédar Senghor, poeta y ex presidente de Senegal nacido en la isla. Me gusta pasear descalza por los callejones y los islotes de conchas y nunca me canso de recorrer el cementerio mixto cristiano y musulmán en el que cruces y símbolos islámicos conviven en un mismo espacio.
Al otro lado del puente, en la isla, hay un pequeño bar rastafari que suele organizar conciertos y fiestas. Si tienes tiempo para pasar allí la noche, te aconsejo ir a tomarte algo mientras contemplas el reflejo de la luna en las miles de conchas de la isla. ¡Lo más seguro es que acabes de fiesta y bailando hasta que salga el sol!
El litoral del sur de Dakar desde Popenguine es simplemente magnífico, con sus hermosas playas de arena clara, de donde se echan a volar numerosas aves. La costa de Joal es igual de bonita, adornada con sus piraguas de pescadores. En el puerto pesquero, asistí al final de la tarde al regreso de estas piraguas, y a la descarga del pescado, que las mujeres transportan en cestos en su cabeza. ¡Un espectáculo que no puedes perderte durante tu viaje en Senegal!
Supe que la ciudad de Joal debe su nombre a los portugueses, que fueron los primeros europeos que acostaron en el lugar, en el siglo XV. Los misioneros franceses también se instalaron allí en el siglo XVII, mucho antes de la época colonial. Los restos de este período pueden verse aún en las calles de la ciudad, principalmente en sus hermosas casas, como en la que nació el presidente Senghor, originario de esta localidad.
Por supuesto, desde Joal fui hasta la pequeña isla vecina de Fadiouth, atravesando una de las pasarelas de madera que la unen a la costa. Merece la pena pasar todo el día en este medio natural original, ocupado desde hace tiempo por el hombre, para observar su suelo de conchas, sus magníficos baobabs, sus preciosos molinos de mijo sobre estacas, su cementerio católico y su mezquita, entre otros.